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Rayo Vallecano 2-0 Almería: ‘La vida en Europa, la vida mejor’

Vallecas es de ilusión fácil. Y háganme caso, eso es una virtud. Tiene poco de ‘niño caprichoso’ un barrio más acostumbrado a morder el polvo que a saborear la gloria. Que sabe lo que hubo y lo que hay. Lo que es. Para él, y para todos los que lo hacen latir cada día, fue esta noche. Usted, que lloró como un niño sin entender nada en Anoeta; usted, que aún ve el Tamudazo repetido y siente un cosquilleo; y usted, que recuerda ver a su Franja contra el Pájaras Playas. Ilusiónese, claro que sí: su Rayo Vallecano se ha puesto quinto, (¡quinto!), a tres puntos de la Champions. Sólo Barcelona, Real Madrid, Real Sociedad y Atlético son ‘mejores’ que el rayito. Es un delirio; es real. Más allá de lo que pase de aquí a mayo, sueñen esta noche. Sueñen esta semana. Que la vida, sin fantasear, es muy aburrida.

Los jugadores celebran el segundo gol al Almería. (Fotografía: Getty Images).

En el cuarto lunes de la temporada, la misión era fácil y a la vez, morrocotuda: volver a ganar en Vallecas. Paradójico, pero lo que un día fue dócil, se había vuelto indomable. Ya iban 90 días de sequía (desde aquella Davidada ante el Real Madrid a primeros de noviembre). La osadía a domicilio estaba cosiendo la herida, pero ya tocaba reconstruir la fortaleza. Enfrente, un Almería que acumula 2.291 días sin ganar un partido de Primera fuera de casa. Tendrá que esperar. Atracó en la Bahía del Santa Inés con tres viejos conocidos (Akieme, Embarba y Baptistao) y cuando quiso darse cuenta, ya tenía la madera encañonada. “Esto es Vallekas y aquí…”, se vociferó desde la cofa.

La última parte de la frase, me perdonen, no terminé de escucharla bien. Ya saben. El caso es que no hubo ribera para las medias tintas. Ni treguas ni tanteos. El Rayo, sin Álvaro García pero con Óscar Valentín, salió a morder desde el calentamiento. Y el Almería recogió el guante. Fue un primer cuarto de hora vertiginoso, con dos paradones de Dimitrievski, su dosis rutinaria de runrún y varios arrebatos locales. Lo más preocupante fue que el balón no fue del Rayo y sin él, es menos Rayo. A eso jugaron los de Rubi, a mirarle a los ojos al León de Nevir. Un tú a tú precioso para el espectador neutro que terminó con un reparto de 51-49%.

Melodía de Psicosis

Y sin goles. El Rayo hizo siete disparos y sólo uno salió afuera; el Almería firmó ocho, pero sólo puso tres entre palos. La fórmula para maniatar a los de Iraola, sencilla: juntar tanto la línea defensiva con la del medio, que Trejo no tuviese espacio para recibir. Al Chocota no le quedó otra que conducir en velocidad y evidenció que no es su fuerte. Bingo visitante y acierto táctico de Rubi. De todos los misilazos franjirrojos, dos fueron de Isi desde la frontal y tres, de Lejeune desde 35 metros. Es la explicación de un trampantojo estadístico. Si hubiese sido un combate de boxeo, el primer asalto habría sido para el Almería a los puntos. Más tranquilo, más seguro.

Baptistao y Fran García, durante una jugada. (Fotografía: Rayo Vallecano).

Pero no aprovechar un primer acto así en Vallecas es inocente. Porque el boxeador de calzón rojo, salvo KO, siempre se levanta. Y tras el recital de voces que debió dar Iraola en el descanso, lo hizo. Y de la manera menos ortodoxa: un córner. El Almería, equipo de Primera que más goles hace en saques de esquina, encajó a través de esa fórmula; y el Rayo, el que más recibe en ese campo, sorprendió. Mediavuelta a la tortilla y dos huevos duros. Este deporte no hay quien lo entienda ni quien lo prediga. Gol… gol… gol… gol… gol…”, coreó Vallecas. Centró Isi al corazón del área y remató -mal y feo- Ely hacia su portería. También vale. El harakiri sorprendió a todos, incluido Fernando, que reaccionó tarde y no llegó. Rugió el León de Nevir y retumbó The Final Countdown.

“El año que viene, Rayo-Liverpool”

Tormenta desatada. El alarido de los 11.783 soltó la tensión y a partir de entonces, el Rayo fluyó más. Jugó con confianza, sin presión, hasta hallar el segundo (previa clemencia de Andrés Martín en un mano a mano). Gracias a una presión alta, el Almería perdió el balón y propició un contragolpe. Álvaro García, que llevaba 19 segundos sobre el campo, de repente se vio solo ante el portero. Solo. Controló, recortó y marcó con la diestra. La rienda suelta al frenesí del saberse en Europa. Quintos, damas y caballeros. Trejo lo abrazó como quien abraza a un familiar. Balliu enloqueció con la grada e Isi, al verlo, se unió a la fiesta del pedir más. Más ambiente. Más bulla.

Álvaro García enloquece, tras marcar a los 19 segundos de salir. (Fotografía: Getty Images).

La entrada de Pathé Ciss y Unai López vino a rogar un final sin taquicardias. Sostener el marcador y volver a ganar en Vallecas 90 días después. Esta victoria era mucho más que eso. Es mucho más que eso. Y se encargó de sellarla Dimitrievski, con un recital de paradones que obligó a Vallecas a corear su nombre. Espectacular, una tras otra. Porque no se le pueden pedir peras al olmo y, ya saben, el Rayo no es el Rayo sin algún que otro despiste. Ahí estuvo el macedonio para coser cada roto. Heroico. Hizo ganar a Vallecas un partido que puso a la Franja quinta, a sólo tres puntos de la Champions. De repente la Albufera es menos empinada, la cerveza sabe más fresquita y los lunes son menos lunes. Quién sabe, lo mismo al “rellenador de horarios” le toca rellenar alguno, entre semana, la temporada que viene. Un jueves en Liverpool. La vida en Europa, la vida mejor.

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