Tamara Álvarez (Madrid, 9 de enero de 1995) termina el entrenamiento exhausta, pero al mismo tiempo con una sonrisa. Le sobran los motivos. Tras sufrir el curso pasado una lesión de rodilla y esta pretemporada plantearse dejar el fútbol debido al dolor, en Vallecas está volviendo a disfrutar del balón. Aquel del que se enamoró cuando tan solo era una niña al ver jugar a su hermano y a su padre. Con el Atleti debutó en Primera División y con el Pozuelo subió a Reto Iberdrola. Tras pasar por el Friol, Madrid CFF B y AEM, el vestuario del Rayo la ha acogido como una más, y ahora, la defensa franjirroja solo tiene un objetivo: que ya nada le impida jugar.
¿Cómo fueron sus inicios en el fútbol?
Desde pequeña iba a ver a mi hermano entrenar y a mi padre jugar con su equipo de veteranos. A raíz de estar con ellos estaba todos los días rodeada de balones. Empecé a jugar con los hijos de los compañeros de mi padre, y con los hermanos de los que entrenaban con mi hermano. Luego mi hermano lo dejó, mi padre se retiró y la única que sigo soy yo y ellos conmigo porque mi padre no se pierde ningún partido.
Luego ficha por el Atleti, ¿cómo recuerda esa etapa en la cantera?
Con 5 años estaba en el equipo del colegio y a los 13 seguía jugando con los chicos. Mi padre tenía un amigo en el Atleti y fui a Getafe a hacer una prueba, pero ahí se quedó la cosa porque estaba lejos. Entonces me fui al Pozuelo y a los dos-tres años vino el Atleti a por mí. Ahí di el paso porque en vez de ir a Getafe era ir a Majadahonda. También estaba con la selección madrileña entonces te conocen un poco más. Yo soy del Atleti desde pequeñita y allí acabé.
¿Qué aspectos futbolísticos que tiene ahora le vienen del Atleti?
Muchos. La seriedad, el compromiso…Yo estaba mala no iba al colegio, pero tenía que ir a entrenar con fiebre. Luego aspectos más tácticos, técnicos, que se trabajan mucho más. Es un club más serio con entrenadores a los que les dicen como tienen que jugar sus jugadoras. Eso se ve a la hora de jugar: la colocación, la recepción del balón…
El 14 de diciembre de 2013 debuta en Primera División contra el Valencia, ¿cómo vivó ese momento?
En el banquillo ya estaba nerviosilla y cuando me mandaron calentar estaba hecha un flan. Ya fue pisar el campo y relajarme. Es verdad que fueron cinco minutos, toqué tres o cuatro balones, no me dio tiempo a mucho más. Fue la alegría de aquí estoy, al final es lo que toda jugadora quiere. Luego volví a jugar otros 25 minutos en otro partido. Ese año fue muy bonito porque con el Atleti B ganamos la Liga, la Copa de Madrid y un torneo.
“Fueron cinco minutos, pero era la alegría de aquí estoy, toda jugadora quiere debutar en Primera”
Luego vuelve al Pozuelo y suben a Reto Iberdrola. ¿Cuál cree que es la clave para conseguir un ascenso?
Fue un poco rara la situación porque subimos, pero no lo celebramos en el campo porque estábamos a expensas del resultado de otro equipo. La clave es el vestuario. El no haber malos rollos, ir todas a una, sacrificarnos la una por la otra… Obviamente, tienes que tener una base, pero el vestuario juega un papel muy importante.
Termina su etapa en el Pozuelo y decide salir por primera vez de Madrid.
Yo quería terminar la carrera magisterio porque mis estudios eran mi prioridad, y después, decidí a salir a Friol (Lugo, Galicia). Me apetecía salir de casa, pero fue un año duro en lo personal. En el vestuario había muy malos rollos y con el club también. Quise salir en diciembre, lo tenía todo hablado con el AEM, pero no me dejaron y me tuve que quedar. Se te hace muy duro estar un sitio en el que no quieres estar. Al año siguiente me llamó Miguel Tejero para venirme al Madrid CFF B. Ese año también muy bonito, diferente porque estaba en el filial y yo era la mayor, pero a nivel profesional muy bien, jugué mucho y metí goles.
Después se vuelve a ir, esta vez sí al AEM.
Me había quedado con la espinita clavada de no haberme ido antes y, además, allí conocía a gente, tenía trabajo (con unos niños en un colegio y de churrera) y fue completamente diferente a Friol. Estuve muy bien y fui muy feliz, pero me hice daño en la rodilla y estuve cinco-seis meses parada porque no daban con lo que tenía. Unos médicos me decían que era el menisco, mi fisio que si la tibia…No tengo ni idea. Ya dejé de hacerme pruebas y ahí está la rodilla y ya no me duele, pero cuando ya estaba bien me costó entrar. A mí me hubiese gustado quedarme en Lleida.
¿Cómo gestionó esos meses de lesión?
Fatal porque no sabía lo que tenía. Estuve mucho tiempo parada porque me dolía al andar, empezaba a correr, me dolía y paraba. El club tampoco ayudó mucho hasta que en diciembre decidí ir a Barcelona y ahí me dijeron que tenía el menisco roto. En Lleida me pagué un traumatólogo privado y me infiltré con mi dinero. Gracias a la infiltración pude empezar a correr, me notaba bien, pero algún día me molestaba. Estaba muy frustrada. En Madrid tengo a mi fisio, Amparo Caballos, vine en Navidad, me trató dos días y luego vine otro martes desde Lleida solo para tratarme. Con eso salí un poco adelante, pero esos meses fueron horribles.
¿Por qué decidió venir al Rayo?
Porque tenía claro que me quería ir de allí y además Carlos ya me había llamado el año pasado. Estoy estudiando para policía y tenía claro que este año iba a ser para estudiar. Necesitaba estar en casa, tranquila y no pagar de más. Me apetecía venir al Rayo porque había jugado en el Atleti, Madrid CFF, Pozuelo y me faltaba el Rayo. Sabía que en algún momento de mi vida iba a jugar en este equipo. Ha sido una muy buena decisión, estoy muy contenta, muy feliz y al final esto es como una familia.
¿Qué cree que os está faltando para no estar más arriba?
No nos está ayudando la suerte, las lesiones, expulsiones…. Estamos teniendo muchas lesiones y no conseguimos estar el equipo completo y luego la suerte de cara a gol. Los rivales meten goles chorra y nosotras no tenemos la chorra de que nos entre el balón. Da al larguero y se va, da al palo y se sale, y a los otros equipos da al palo y se mete. Tenemos esa mala suerte de que no nos está queriendo entrar porque en todos los partidos tenemos muchas ocasiones. Yo siempre lo he dicho, si no quiere entrar no quiere entrar, no es nuestro año y no nos toca otra que seguir. Ya vamos un poco tarde para el objetivo.
¿Cuál es el objetivo del equipo ahora? ¿Y el suyo a nivel personal?
La permanencia y quedar lo más alto de la tabla posible. El mío es llegar a final de temporada sin dolor en la rodilla. Ahora mismo no tengo, obviamente tengo algo ahí, pero que pueda seguir estando bien y que no haya nada que me impida jugar. Cuando vine aquí parecía que no había tocado un balón en diez años, parecía un pato mareado. Me veía jugar e incluso me llegué a plantear el dejarlo en pretemporada porque tenía molestias. Ahora quiero seguir así y espero meter un golillo.
¿Se planteó dejar el fútbol?
Sí. En pretemporada sí porque hubo momentos de mucho dolor. Venía aquí y lo pasaba muy mal corriendo, no sabía muy bien por qué y venir aquí para verme mal…Al final la gente no me conoce, no sabe cómo es mi 100%, pero yo sí sé cómo es mi 100% y aquí estaba al 50-60% porque la rodilla no me permitía más. Menos mal que de la noche a la mañana me fui a mi fisio, Amparo Caballos, y también, yo creo que fue la mentalidad de venir de allí de estar mal y llegar aquí y todo positivismo. Creo que al final todo influye.
“En pretemporada me planteé dejar el fútbol porque había momentos de mucho dolor por la rodilla”
Esta temporada ha jugado los 19 partidos, 16 de ellos de titular y 1433 minutos, tanto de lateral como de central, ¿dónde se siente más cómoda?
Mi vida ha sido un poco rara porque yo con los chicos era central, me fui con las chicas y me pusieron de punta-extremo. En mi época del Atleti yo era extremo porque era rapidilla y me pusieron arriba. Realmente nunca he tenido una posición fija, y el año de Pozuelo nos quedamos sin laterales y mi entrenador me bajó de extremo a lateral y ahí me quedé. Este año como a Carlos le gusta innovar y como hemos estado jugando con defensa de tres pues me ha puesto de central. También he jugado de carrilera y ya le dicho que algún día me suba de delantera.
Y, ¿es zurda o diestra?
Soy diestra, pero la izquierda la uso mucho. Cuando era pequeñita tuve muchos esguinces en la derecha y los amigos de mi padre querían ayudarme y me decían: “tú no puedes darle con la derecha, todo con la izquierda”. Y al final entrenando de pequeña empecé a usarla y no tengo problema. Si tengo que tirar, tiro y si tengo que dar un pase, lo doy. No soy tan buena con la izquierda, pero me defiendo.
Hábleme del vestuario del Rayo.
Es un cachondeo. Llegué aquí el primer día y parecía que llevaba en el equipo un año entero. Hay muy buen rollo. Se nota que es un vestuario mayor, que no son niñas, y se hacen viajes tranquilos porque la gente tiene que estudiar. Obviamente cuando quieren juerga hay juerga, pero es un vestuario muy sano. Nos llevamos todas bien, sabemos lo que necesita la otra compañera y como se va a tomar las cosas. Estoy muy a gusto y los entrenadores también hacen que el ambiente sea así. Lo asemejo al del Pozuelo y al del Atleti B de gente que estamos bastante unidas.
Una curiosidad, ¿es la más bajita del equipo?
Creo que no. Creo que Sheyla es un poco más bajita. Luego está Bruna que es prácticamente igual que Sheyla y es la que más se mete con la altura. Mery e Iris también están por ahí. Somos un equipo bastante bajito de estatura, un equipo de “Minions”. Este año, a Iris le ha gustado llamarme gnomi. Se meten mucho con mi estatura, algo de lo que se han metido siempre entonces me da un poco igual.
¿Qué se está llevando de Vallecas en estos seis meses?
La gente del equipo. Con Iris he tenido relación toda la vida. Porque desde que iba con la madrileña con 15-16 años ya la conocía y nos llevábamos muy bien, pero nunca habíamos compartido vestuario y me estoy llevando a una amiga. También a Mónica, Sheyla… Me podría llevar a todas y me podría ir con todas mañana a tomar algo. Y Carlos podría ser mi padre porque es un vacilón.
Y la última, ¿cómo ve el crecimiento del fútbol femenino sobre todo en Primera y Segunda RFEF?
Es alucinante. He estado en Nacional cinco-seis años y era imposible subir a Primera porque había muchos grupos. Ahora en Primera RFEF hay mucho nivel, y los clubes están metiendo dinero. El primer año que empecé a cobrar fue en el Pozuelo, en el Atleti no cobré casi nada y ahora en Tercera ya se cobra. He llegado pronto a este deporte, tendría que haber nacido diez años más tarde. Las niñas no pueden vivir de esto realmente, pero sí pueden ahorrar. Por ejemplo, en Madrid lo de traerte jugadoras de fuera antes era inviable y ahora no. Todavía falta porque nos den, pero ojalá mi hija el día de mañana diga quiero jugar y si vale para ello sé que va a poder vivir bien.