El Rayo Vallecano ni siente ni padece. Los vallecanos protagonizaron un partido gélido, insípido y en el que el empate parece analógo de milagro. Abonado al empate (ya van 15 esta temporada), la franja ni despega ni se hunde, afianzándose cada vez más en una ‘tierra de nadie’ desilusionante.
El ‘Caso Advíncula’, los audios de David Cobeño hablando de pagos a Panamá y el hachazo de Paco Jémez con su “no me habló con el Presidente porque yo no quiero” han sido los protagonistas de una semana anómala pero no tan atípica. Vallecas tiene la piel hecha a culebrones, está curada en espanto, consecuencia de su experiencia en la materia. Van ya muchos. Demasiados.
Con todo eso y más, tocaba mirar al verde del Heliodoro Rodríguez López. Advíncula no fue titular en un once con Qasmi como delantero titular, Montiel-Valentín en el medio y Luna en el carril izquierdo. Una formación extraña para un partido con aroma a final. Ya lo son todos, prácticamente.
El Rayo pudo golpear en los primeros minutos, pero Mario Suárez se topó con la madera e Isi, con el lateral de la red. Fueron los únicos coletazos de un equipo que poco a poco se fue difuminando hasta ser un títere en manos canarias. Porque el Tenerife recogió el guante y perdonó por todas las vías.
Joselu fue derribado dentro del área en lo que parecía un penalti de manual, pero no lo señaló Muñiz Ruiz. Dani Gómez recibió a placer, pero se le hizo de noche y Mario Suárez salvó in extremis. Aitor Sanz soltó un derechazo lejano, pero el cuero no cogió dirección a portería. Ocasiones, ocasiones y ocasiones. Pero el balón no entraba.
La nota más negativa para los vallecanos la puso Saveljich, que se lesionó al caer en un salto y tuvo que ser sustituido al descanso. En lo deportivo, de nuevo, si la primera parte había sido local, la segunda lo fue aún más. Baraja se desquiciaba a conciencia de que estaban dejando escapar con vida a un pájaro sin alas.
El Rayo, tendido a merced de su rival, ni reaccionó ni achantó. Tan solo un par de contragolpes hicieron sentir ese runrún que invade el cuerpo cuando tu equipo ataca. Todo siempre con el mismo final: la desilusión de ver el cuero despejado o saliendo por la línea de fondo.
Fue un combate nulo y gracias. El Tenerife fue superior y mereció la victoria, pero no supo rematar. El Rayo, carente de gol, acabó firmando unas tablas que dejan el cuerpo frío a cualquier rayista. Y eso que ya venía frío de cada casa.
Qasmi dejó detalles, pero todo muy insuficiente; Valentín aporta garra y ganas, pero no cree en sí mismo; Tito, inofensivo y Luna, nulo; De Frutos juega con demasiada juventud y muy poca cabeza. La radiografía del equipo diagnostica ausencia de valentía, coraje y nobleza. El Rayo no tiene sangre en sus venas.
Próxima cita, el domingo en el Estadio de Vallecas ante el Huesca. Vuelve Míchel I de Vallecas al humilde barrio madrileño. Un barrio que no podrá contar con su fondo. Será una jornada extraña. Será una jornada histórica.
Imagen: ElDorsal.com