Redes

Primer equipo

Una noche con Dickens

En tardes como la de ayer en las que la lluvia hace presencia de modo escandaloso gusto de buscar en mis estanterías algún clásico literario. El primero que caiga en mis manos, tampoco me complico la vida.

Ayer tocó “Cuento de Navidad”, de Charles Dickens. Mientras en la pantalla saltaba a la vista el frondoso verde de Vallecas y leía algunos fragmentos en la ficha técnica del partido se me apareció el fantasma del pasado rayista.

Ivan Ania estaba en el banquillo visitante y recordé cuando lo estaba en el franjirrojo aquel año en el que abandonaron él, y otros muchos (Paco Jémez en el campo y Lopetegui entre otros como DT) al Rayo en 2ªB.

Empezó el partido y el Rayo no quiso saber nada de fantasmas. Salió a mandar, a jugar y a ganar y aunque no brillara controló el juego y atacó hasta que Saveljich remató un buen centro de Embarba, el mejor jugador de la franja en este momento.

Cuando estaba superando el escalofrío miré al campo y me sorprendió ver (tengo que hacer los deberes para evitar estos “hallazgos” a Jordi Figueras con el brazalete de capitán racinguista. El fantasma del pasado reciente hacía presencia y aunque el zaguero catalán no fue de lo peor que pasó por Vallecas me acordé de nuestro Ebenezer Scrooge y me dio muy mal rollo.

Pasaban los minutos y el partido era cómodo para el Rayo hasta que apareció el fantasma del futuro. Martín Pascual, futuro líder de la zaga y capitán del Santa Inés convertía de nuevo sus ganas y su energía en dos entradas a destiempo en campo contrario que le sirvieron para ver ,en manos de un trencilla de hábitos clásicos, dos cartulinas amarillas para el más jóven en la cancha, el más fácil para amonestar.

El Rayo tenía casi una hora por delante con uno menos y a mas de uno le vinieron los fantasmas de Dickens, Casper y Michael Myers en viernes 13. La suerte quiso que Nkaka, mediocentro cántabro, tuviera eso en el cerebro y facilitara al referee practicar otro clásico en el fútbol muy “dickensiano“, la teoría de la compensación.

Los dos equipos quedaban con diez jugadores en la cancha y Embarba estuvo a punto de hacer jaque mate, más que pastor, montañés y estampó el balón en el larguero de Zidane (cosas raras del fútbol moderno).

La cosa siguió plácida hasta que Ávalos Barrera, árbitro VAR, avisó perplejo a Muñiz Ruiz del penalti tonto del año. Balón largo a ninguna parte, delantero santanderino que frena su carrera y Antonio Luna lo traba de un modo tan probablemente innecesario como inútil e involuntario.

Yoda, que salió al campo para dar algo de luz al Racing lanzó el penalti al travesaño y lo mandó definitivamente al lado oscuro.

Poco más sufrió la zaga “balcánica” de los de Paco formada por el goleador y por Milic, que había sustituido a Pozo por obvias necesidades del guión.

Sufrimos los demás por unas escandalosas manos de Advíncula dentro del área de las que las orejas mas rojas que el pimentón del colegiado dan fe. La sala del VAR le gritaba al pinganillo pena máxima, lo oímos algunos desde el Cine París, pero el juez no quiso saber nada.

A partir de ahí el Rayo quiso cerrar el partido con unos muy buenos minutos pero la falta de puntería y un buen día del arquero del Sardinero (Zidane de portero me chirría demasiado) evitaron una justa goleada tras los catorce disparos sumados por Embarba y Bebé.

Lo intentó el Racing con todo, incluso con su portero en el área franjirroja, pero Bebé confirmó la victoria del Rayo al contraataque a puerta vacía.

Tres puntos para una afición que recordó en el minuto 24 a Rafael Sanjúan, histórico socio y aficionado del Rayo, el número uno durante los últimos años, y que ha tenido que sufrir como todos al ávaro protagonista de nuestra agrupación, quien quiere prohibir que la afición del Rayo se aficione, que la animosa grada de Vallecas anime, que quien paga por su asiento pueda exhibir su lícito derecho a la protesta, pero ese, es otro cuento.

Próxima estación, Malaga (otra de fantasmas).

Comentar
Advertisement
Advertisement
NO TE QUEDES SIN EL RECUERDO DEL ASCENSO A PRIMERA

Más en Primer equipo