Si la noche era para medir la verdadera capacidad del Rayo Vallecano, cumplió su cometido. La Franja, cuando quiere, está para lidiar con los gigantes. Esa es la única y real conclusión. Al menos, a día de hoy. El Rayo tuvo tramos de ser mejor en defensa, mejor en ideas, mejor en juego y mejor en ataque. De ser superior. Y ganó. Ante un candidato sin tapujos al ascenso directo y uno de los equipos que mejor fútbol propone de la categoría, ganó. Y Bebé tuvo la culpa.
Ambos equipos afrontaban la cita con apenas 72 horas de descanso. Compartían resaca física, pero estaban en las antípodas emocionales: el Almería, tercero, venía de golear (0-3) al Málaga; mientras que el Rayo, sexto, de perder la valiosísima bala ante el Sporting (0-1). Esa herida aún no había sanado. El escuadrón de Iraola está frágil, con dudas, nervioso, inseguro y lo peor de todo, sin confianza. Cuando el viento sopla a favor es fácil coger la pelota y animarse a encarar, pero con la ventisca en contra es donde se ve la madera de roble de quién se echa el equipo a las espaldas.
La primera parte fue un frasco de igualdad. Por empatar, empataron hasta en ocasiones de peligro: una clara para cada uno. Por el Almería, Lazo desde la frontal; por el Rayo, Fran García desde su casa. El respeto fue máximo en un tramo de 30 minutos parejos, y 15 para la Franja. Pero sin goles.
En la segunda mitad el guion se mantuvo, pero con un fútbol aún más trabado. Las interrupciones fueron una constante vital, hasta el punto que se mostraron diez tarjetas, entre ellas una roja. El Almería se quedó con un hombre menos por la expulsión de Fernandes y ahí se desató el frenesí rayista. El dominio fue ley y el gol, milagro.
Porque 2 minutos después de que Dimi volase en una falta, Bebé soltó un zapatazo lejano que no pudo detener Fernando y dio la victoria. La seguridad que tiene el portugués en su cañón es digna de estudio. Balón que caza a 30 metros de la portería, balón que revienta. Y los misiles existen en Vallecas. Como la locura, que fue absoluta.
Viernes Santo de milagro para la Franja. Tampoco es que este barrio sea un abonado a las divinidades, aquí se lleva más el ganarse las cosas con el sudor de una frente. Pero en el actual Santa Inés, evacuado por el Covid, quedan restos de ambos. La definición de inverosímil es que este club, con todo lo que le rodea, esté en plena pelea por disputar el playoff. Aunque a día de hoy, volver a Primera, parece utópico. Que no imposible. Porque con la Franja en el pecho no hay nada imposible. Y el Rayo es pura resiliencia.