Sevilla tendrá un color especial, pero no para el Rayo. La primera jornada se perdió en Nervión y la décima, en el Villamarín. Cero de seis. Nada a las orillas del Guadalquivir. La Torre del Oro es preciosa, pero resulta comprensible que cualquier vallecano, al menos durante un tiempo, no quiera verla ni en fotos. Porque si en el barrio la cosa iba de soñar, los 90 minutos ante el Betis fueron un episodio de insomnio. Tropezón… Y a jugársela contra el Barça.
No fue la tarde. Iraola, que también se equivoca, manchó de vino su impoluta camisa blanca con un planteamiento erróneo: ni el dúo Ciss-Unai, ni Balliu como extremo, funcionaron. El error de pizarra hizo que se regalase toda la primera parte, convirtiendo el partido en una durísima cuesta arriba. La Franja, adicta a los retos, tiró de corazón y rozó la heroica, pero quedó en nada. Sorpasso europeo y paso atrás. El Rayo cae de la zona idílica para ocupar pole a las puertas. No sigue ahí, pero sigue ahí. Ustedes me entienden.
Y es que el Betis, de salida, fue un tsunami. Álex Moreno, en homenaje a la Ley del Ex, abrió la lata con un derechazo durísimo: no lo celebró, pidiendo perdón inmediatamente. A esas alturas ya llevaban varias los verdiblancos, que a los pocos minutos hicieron el segundo con polémica. Juanmi, tras tocar el balón con el brazo, lo mandó a la jaula. El VAR pasó su escáner, decidió que la jugada era gris, interpretable, y votó abstención. Fue un cubo de agua fría en la nuca. En apenas cuatro minutos el partido pasó de la tensa neutralidad a un indomable 2-0. Hasta el punto que Rodri, poco después, pudo hacer el 3-0. El tsunami empezó a traer tormenta. Y rozaba lo apoteósico.
Pero entre la borrasca de nubes negras, salió el arcoíris. Un milagro, no tiene otro nombre. Obsequio de Álex Moreno por los viejos tiempos. El lateral, en la última de la primera parte, dio un pase hacia Bravo sin percatarse de que Trejo, descolgado y frustrado, estaba entre medias. La situación sorprendió hasta al propio Chocota, que de repente se vio controlando el balón a dos metros de la portería; lejos de precipitarse, lo pisó, temporizó esperando refuerzos y le regaló la gloria a Nteka, que no falló con todo a placer. El Rayo, que tiene más vidas que un gato, se agarró al clavo ardiendo y volvió al ring ensangrentado. Como se debe volver.
Y lo hizo para hacer creer. Tras una concatenación de puñetazos, Álvaro García dio uno durísimo que supuso el 2-2: apertura de Trejo que definió con un chut rudo abajo. Épica a la vista, se gritaba desde la cofa, pero acabó siendo un iceberg. Lo acarició el Santa Inés, que finalizó escenificando un harakiri. Penalti clamoroso -e inocente- de Balliu sobre Álex Moreno (quinto en contra esta temporada). No se puso nervioso Willian José, que marcó con un disparo duro a su derecha. Ya con Falcao y Bebé sobre el campo, el Rayo probó una última heroicidad. Y las tuvo, pero se quedó a poco. Isi y el Tigre gozaron de las más claras. No fue posible.
El Rayo volvió a sucumbir a domicilio y se cae de puestos europeos. Se jugará un posible regreso el miércoles ante el Barça (19:00 horas, Movistar LaLiga). Casi nada. Desde Monte Igueldo hasta el García Lorca ya se empieza a escuchar eso de “A las armas…”. Levantarse es un arte del que este barrio es doctor.