
‘Ya no es un sueño’
Es como intentar ponerle diques al mar. Imposible. No se puede parar a este Rayo Vallecano Juvenil A. Esta vez fueron los goles de Javi Gómez y de Sergio Moreno los que hicieron hincar la rodilla al Atlético de Madrid (2-0), otras veces son los tantos de otros. Esto es un equipo, una piña… Y no hay límites.
Sin presión y con valentía
Partido televisado, en un campo de césped natural donde no habían jugado nunca, el líder en frente. ¿Presión? Qué es eso. Ángel Dongil optó por poner tres centrales para contrarrestar a los dos puntas rojiblancos, y no pudo salir mejor. Kike Hermoso, defensa titular del Rayo B, comandó una zaga que prácticamente estuvo perfecta, sin fisuras.
Tan solo en los primeros 20 minutos se notó a los franjirrojos un poco nerviosos. El frío, la lluvia y un verde deteriorado tampoco ayudaban demasiado a jugar un fútbol vistoso, pero pronto la maquinaria comenzó a engrasarse. Primero algunos tímidos acercamientos, luego un reverso con control orientado de Sergio Moreno simplemente espectacular, de esos que hacen que merezca la pena haberte levantado un domingo por la mañana para ver fútbol. Una lástima que el disparo en el mano a mano se encontrara con la madera.
Después fue Gómez el que peinó un centro que venía desde la derecha para superar al guardameta colchonero. Sin embargo, cuando ya se cantaba el tanto, apareció el cuerpo de Medrano para salvar a los suyos sobre la línea de gol.
Goles y una piña para el recuerdo
Ya en la segunda parte, el Rayo siguió por sus fueros, hasta que Gómez, esta vez sí, superaba a Álex con un chut cruzado que se envenenaba tras tocar en un defensa. 1-0 completamente merecido. Ya al final, Migallón se inventó un jugadón para dejar solo a Mese, que le servía en bandeja el segundo a Sergio Moreno para que anotara a puerta vacía. Decimoséptimo tanto del ariete navarro que alcanza así al pichichi Giovanni, hoy enfrente, que no tuvo su día en la Ciudad Deportiva.
Con el segundo gol se desató la locura. Todo el equipo se reunió en el córner para celebrarlo, mientras Ángel Dongil se subía a hombros del delegado. Eran conscientes de lo importantes que eran los tres puntos. Tres puntos que hacen que poco a poco vayan despertándose en una temporada donde los sueños ya no solo se consiguen dormidos.
