DE OTRO PARTIDO
Del sueño a la pesadilla en menos de 10 minutos.
El mejor partido de Álvaro García en el Rayo Vallecano coincidió con el peor de Advíncula, que terminó llorando como todos los corazones que creían en que el milagro podía quedar a un punto. Ese penalti infantil, de un jugador rápido hasta en cometer errores, quizá condenó al Rayo a otro año en Segunda. En el primer tiempo el Rayo hizo un partidazo y falló ocasiones muy claras, luego se relajó para que Las Palmas equilibrara el juego y, cuando ya estaba casi todo cerrado, llegó el regalo absurdo de Advíncula, que fue doble: empezó por un despeje mal hecho y terminó en penalti.
EL REMAKE
Desconcierto en la delantera.
El Rayo salió a matar o morir y terminó muriendo. Qasmi es un buen acompañante, pero de un nueve que aparezca, y hoy Villar estuvo ausente y Adrián nulo, o Jémez no le encuentra su puesto o definitivamente no funciona. Lo mejor del Rayo fue el mediocampo en el primer tiempo, con Montiel e Isi (no se explica por qué lo Jémez lo quitó) y la banda de Álvaro que, pese a seguir sin tirar un centro bien, actuó solidario y rápido también en las ayudas defensivas.
LO QUE SE LLEVA EL OJO
Las perlas de Trejo.
Una vez más demostró ser un jugador diferente y poco comprendido. Corre buscando socios que no encuentra, se inventa unos recursos exquisitos, deleita al ojo y además, como hoy, en ocasiones también con un gol. Por suerte seguirá en el Rayo.
ENVUELTO PARA REGALO
Más que nada el penalti, pero también los goles fallados.
La primera de Qasmi al palo era más fácil meterla con los ojos cerrados que fallarla; Álvaro tuvo otra solo, Qasmi una segunda y Villar fue el gran derrochador de la noche. Jugó apresurado cuando tenía tiempo, no levantó la cabeza ni decidió un pase, chutó de primera y siempre mal: fuera o al muñeco.
Y el corolario, la jugada del penalti que se festejó en Elche y en Fuenlabrada. Advíncula, a quien defendí todo el año, no supo defender uno de los balones más importantes de la temporada para el Rayo. Si el Rayo hubiera marcado en alguna de las ocasiones tan fáciles, el penalti hubiera quedado en pura anécdota. Te quiero igual, Luis.
EL DIVÁN
Yo.
Sí, porque no entiendo el capricho eterno de Jémez con Álvaro García -en el balance del año, aunque hoy haya hecho un buen partido, fue su gran error-, ni su amor por Tito; no entiendo las suplencias de Saveljich y de Montiel o las presencias de Milic. Tampoco, la entrada tan tarde de Villar como parte del equipo, ni la de Dimitrievski (la titularidad se la dio la lesión de Alberto, no Jémez).
Por todo eso, hoy en el diván me recuesto yo.
EN DEFENSA DE…
Advíncula arruinó un trabajo defensivo coherente.
Saúl no me gusta, me parece blando y poco peligroso, lo mismo que Tito. Pero hoy, con la discreción de siempre, sus niveles sobraban para que el Rayo controlara el partido. Catena estuvo bien en las marcas y Dimitrievski, con dos paradones -sobre todo el segundo, una lástima el penalti repetido por el estricto adelantamiento-, fue luz en la oscuridad final.
Las matemáticas estaban haciendo un buen trabajo, pero Luis borró las cuentas milagrosas. Ahora necesitamos una carambola mágica para entrar en los playoffs.
Advíncula, por favor, no le metas el pie a la esperanza.