
Sangre, sudor y lágrimas. El triunfo del Rayo Vallecano en Getafe, sufrido como pocos, ha encendido una luz en el camino franjirrojo hacia su objetivo. Y no solo por los tres puntos, que de poco valen por sí solos, como confesó Paco Jémez ante focos y cámaras, sino porque reafirma los pasos que el equipo debe seguir de aquí en adelante. Hay motivo para creer.
Porque la idea, estando Paco Jémez de por medio, es tan incuestionable como la personalidad del cordobés. El Rayo, incluso en las más malas, sabe a qué juega. Le caigan dos o cinco. Gane o pierda. Y eso es mucho. Porque las dudas debilitan y lo que menos se necesita en Vallecas a estas alturas es una debilidad de más. Por ello, mantener esa idea que tan solo hace unos meses te llevó a hacer historia me parece el camino correcto.
Ahora bien, una idea siempre admite matices. Por eso, tras caer y encajar cinco ante el Villarreal y acumular dos meses sin ganar en Liga, se hacía necesario matizar para hacer girar la dinámica. Siempre pensé que un entrenador debe “morir” con su idea. Para eso se le ficha. Y Paco Jémez, fiel a su idea, trabajó a destajo para encontrar solución respetando siempre las grandes trazas de su planteamiento futbolístico.
La pasada semana fue en la Ciudad Deportiva la de los vídeos y los porqués. Horas y horas de explicaciones, pizarras, regañinas, voces y también alientos. Esas horas fraguaron una conjura que, para ser efectiva, necesitaba encontrar una revolución también sobre el verde. El de Vallecas y el del Coliseum. Tenía que salir o salir.
Unos días y dos partidos después, la conclusión es que el equipo de Paco Jémez ha tomado la salida correcta en la autopista. Y justo a tiempo. La idea (valiente y admirable en mi opinión) de amor al balón, presión adelantada y ser protagonista del partido permanece, con matices eso sí. En Getafe, el Rayo Vallecano no se expuso en demasía y pateó cuando el guión lo exigió, sólo, cuando lo exigió. Sería un error de gran magnitud que no fuera así. Y todo ello con un once igualmente atrevido y con un mismo protagonista, ese que define el estilo: Roberto Trashorras.
Con su triunfo en el Coliseum se ha puesto la primera piedra de ese anhelado muro llamado salvación. El sábado toca Elche y el Martínez Valero, un rival directo y también propicio para que el equipo de la conjura y los matices siga forjando su renovada identidad. Hay motivos y muchos para creer, pero aviso, conseguir la permanencia en Primera División va a costar muchas gotas de sudor y sufrimiento. Como en Getafe…
