Así no. Esta no es la imagen de un equipo que quiere ascender a Primera División. El Rayo ni juega ni marca. Hay días en los que el fútbol no funciona, pero sí la eficacia; otros en los que es justo al revés. En Elche, nada. La nada más absoluta.
Los primeros 45 minutos fueron una perfecta oda a la siesta. Nadie propuso, nadie lo quiso. Discúlpenme, pero no puedo ser más explícito: no pasó nada.
El Rayo no estaba cómodo en la salida de balón, la presión alta del Elche ponía en apuros a Catena y Saveljich, que coqueteaban constantemente con el riesgo de una pérdida atrás. De hecho se produjeron algunas, pero los ilicitanos no estaban acertados de cara a puerta. Vallecas aguantaba la respiración, que remedio.
Verdú, en un balón parado y Fidel, tras una pérdida en la medular, pusieron las dos principales ocasiones del choque. Por el Rayo, poco o nada. Descanso y sequía de fútbol.
Distinto guion en la segunda parte. Ambos equipos dieron un paso adelante e iniciaron un ‘toma y daca’ más apetecible para un sábado por la tarde.
El Rayo seguía sin estar cómodo, pero empezaba a asomarse por el área rival. Embarba, el más activo de los vallecanos, lo intentaba por todas las vías, pero estaba muy solo.
No había nada de Piovaccari en punta, nada de Bebé por banda, ni en la izquierda ni en la derecha, nada de Trejo en el medio ni de Mario Suárez como pivote. Nada. Y nada de Advíncula, ‘el fútbolista más rápido del mundo’. Pues eso, nada.
Ante esta tesitura, el Elche mordió. En una jugada aislada a balón parado llegó el primero. Centro de Juan Cruz al punto de penalti, cabecea Dani Calvo hacia el primer palo y Nino, el más listo de la clase, apareció totalmente solo para rematar de cabeza y batir a un Dimitrievski que salió con más dudas que otra cosa.
Se veía venir y así fue. Tuvo que llegar ese mazazo para que los de Jémez despertasen. Con Álvaro y Comesaña en el campo en lugar de Bebé y Mario Suárez el equipo mejoró e, incluso, dominó.
Pozo lo probó con la zurda, pero atrapó Badía. Embarba lo intentó desde la frontal, rozando el palo. Nada, no llegaba. En un alegato final entró Andrés Martín por Saúl. Todo o nada en el Martínez Valero.
Y sería precisamente Andrés Martín quien salvaría los muebles. El ex del Córdoba puso el empate y desató la locura en el banquillo franjirrojo. Los últimos 15 minutos fueron un festival.
Iván Sánchez perdonó el empate en un disparo desde la frontal. Catena marcó para el Rayo, pero el tanto sería anulado por fuera de juego previo de Álvaro. Ambos la tuvieron y ambos la perdonaron.
No es un derrota pero sabe casi como tal. El Rayo no está. Tiene dinamita, un equipazo, pero no convence. No es una cuestión de que un canterano esté haciendo una mala temporada, ni que el portero tenga dudas o el delantero sea peor que el de otras temporadas. Es que el equipo, como equipo, no está.
Próxima cita, el viernes, ante el Tenerife, en Vallecas. El Rayo evitó el desastre en el Martínez Valero y encadena cinco empates consecutivos. Hace unas temporadas Jémez decía en rueda de prensa que prefería una victoria a tres empates. Pues ya encadena cinco este año, cosas del fútbol.
El Rayo está en la pelea pero ni transmite ni convence. Así, no.