Tras un breve examen, mi oftalmólogo no supo por que afección inclinarse. “Tienes síntomas de conjuntivitis, queratitis, orzuelo y blefaritis” El caso es que me asusté e incluso pregunté si era grave y mi ojos corrían peligro. El galeno se rió, me dio unos consejos básicos de higiene y prevención y me dijo que no castigara mis globos oculares con imágenes intensas, duras o dolorosas.
Lo intenté, pero tengo un contrato con los de Unión Rayo y debo cumplirlo. Puse la tele y claro, no hay vista sana que aquello lo soporte. Salieron Sporting y Rayo al ya viejo Molinón y el solaz para la vista que es su tapete fue destrozado con las camisetas estilo “fútbol moderno” de ambos equipos. La de los gijoneses una aberración de blanco trasero y rayas rojiblancas irregulares y feas. La del Rayo no tan fea, pero con unos degradados extraños y un azul…Noté picor ocular , pero era solo el principio. Al ver las alineaciones me detuve en la de la franja y no paré de restregarme los ojos. Y de frotarme las manos. De centro del campo para arriba un museo de jugones con Mario Suárez, Trejo, Embarba, Pozo, Alvaro y Andrés. Jugadores calidad de primera en el fragor de segunda. Dudas. Escozor. Del centro del campo para atrás un intento de defensa contundente con algo de oficio. Lagrimeo permanente.
Parecía estar cerca las buenas nuevas pero no, olvidé decirle a mi médico que veo partidos del Rayo. Pozo persigue a un rival, intenta hacerle falta dos veces pero el muchacho, carente de maldad, no lo consigue. El trencilla le concede la falta como premio al esfuerzo. Saveljich convierte el centro en medio gol rematando a su propio larguero, nadie aporta un mínimo de contundencia para alejar el balón del área y Borja López gira y remata inalcanzable para Alberto, que no la ve a tiempo y es sorprendido por un remate que el 99% por cierto de las veces hubiese ido a la grada. Rascado nivel sangrado leve (1-0).
El Rayo quiso ser “los hombres de Paco” y durante un rato lo logró. Fue el primero en perder la prisa que tenían ambas escuadras por llegar a la portería contraria y tocar con cierto criterio. A punto estuvo de adelantarse con un buen disparo de Embarba pero Mariño quiso reivindicarse como arquero de élite y desvaneció el peligro. Rascado de ojos nivel 2.
La franja azul siguió intentándolo pero la suerte quiso que llegará el descanso para un equipo atolondrado y para mis pobres ojillos, tratados como el equipo de Jémez con agua de manzanilla.
Nos refrescó a los dos. Cuando haces lo que debes las cosas suelen salir bien. En caso de duda el balón acudía a Pozo, que no sabe hacer “foul”, pero regatea, mete balones al espacio, se asocia con todos y dispara bien (casi siempre). La primera vez que recibió el balón se lo envió a Andrés que profundizó y le quitó a Mariño la idea de volver a primera metiéndole el balón por su palo (1-1). Lágrimas de ilusión.
Santa Inés se tapó las manos a los ojos tras la falta/penalty de Advíncula. Pareció arrojarme una tonelada de picante ají peruano a los ojos en un acción tan estúpida e innecesaria como la que protagonizó en San Mamés pero al árbitro se le debió meter una mota de polvo en los ojos y no lo vio (el VAR, tampoco, ???). Gotas gordas de nerviosismo.
Tras esa jugada, Pozo estuvo a punto de redondear su partido pero se escusó en una difícil línea de pase para intentar un disparo de crack. Esta vez no salió. Sequedad repentina.
Los diez minutos fueron un suplicio. Alberto despejó de puños un saque de falta de los de blocar echando pierna abajo. Akieme no tuvo tiempo para confirmar su correcto inicio de temporada (o se firma un lateral zurdo o se confía en él, no hay más), Bebé pudo meter el gol de la victoria con una buena llegada de Embarba y rojiblancos y franjiazules terminaron firmando un empate que debería ser un mensaje para la gerencia rayista (hay carencias evidentes en el equipo, tiempo y dinero en caja para fichar) y para los jugadores , faltos de ambición con el rival tocado tras quedarse con uno más.
Los representantes en el césped de los hijos del caballo blanco parecieron ser contagiados por mí y comenzaron a frotarse los ojos. Nacho Méndez fue expulsado por doble amarilla pero ni Alvaro, que sigue siendo el Guadiana rayista, ni Bebé, ni Embarba, ni Quini hubieran logrado adelantar al Rayo que, consumido el combustible de Pozo y sustituido por Jony Montiel, se le fue acabando la energía. La franja no tuvo un pelotero que volviera a aprovechar el agujero que los de Mareo tenían en su costado izquierdo ni la superioridad numérica por mas de veinte minutos y sufrió el castigo de otro enfermo de la vista, Vicandi Garrido, tampoco ayudado por la sala del VAR en un posible offside previo a la expulsión de Tito por derribar claramente a Álvaro Vázquez. Fuego en los ojos.
No debería haber visto el partido. Tendré que ver también al cardiólogo. Ojos que no ven corazón que no siente.