LA ESCUADRA
La imagen del ascenso no fueron las lágrimas de Álex Moreno, ni la invasión de campo, ni la celebración en la fuente de la Asamblea. La imagen del ascenso fue la de un hombre que, cuando ya la mitad de la grada se había marchado, se subió al larguero de la portería situada en el fondo de Payaso Fofó.
Ese hombre apenas ha jugado este año. Ese hombre vino en enero con un sueño, el de ascender con un grupo humano que ha permanecido unido hasta el final. Algunos casi no han pisado el césped, otros lo han jugado todo, da igual, lo importante es la Franja que cruza el pecho.
Emiliano Armenteros cogió el micro mientras hacía equilibrios por no caerse. “Es una alegría poder estar acá. En aquel momento cantamos una canción… Con dos petas en la mano…”, estalló el fondo mientras Armenteros dirigía la orquesta. Increíble.
Eso es el Rayo. Un hombre que apenas ha jugado y que quiere al club y a su gente con todo su corazón. Se sabía todas las canciones como cualquier aficionado… increíble.
Después tuve la oportunidad de hablar con él. “Estás loco”, le dije. “Por este barrio”, me dijo. “¿Jugarás en Primera con el Rayo?”, le pregunté. “Lo estoy deseando, pregúntale a Cobeño”, decía partiendose de risa.
Plenitud. El domingo sentí plenitud. De Fran a Álex. De Emi a Alberto. De Raúl a Adri. De Míchel a Isi. ¡Esto es Vallecas, esto es el Rayo!