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Las Palmas 1-1 Rayo Vallecano: ‘Arrecia la tormenta’

Necesitaba ganar el Rayo Vallecano por mil motivos. Porque las llamas de caer del playoff cercan los tobillos, porque las dudas dentro del vestuarios aumentan y eso es entrar en terreno peligroso, porque perder suponía dar alas a Las Palmas en la pelea, y sobre todo porque los ánimos por el barrio no piden alta en la UCI de la indiferencia. Urgía vencer para volver a sentir, a sangrar. Y no se hizo. Las noticias de Gran Canaria no invitan al drama, pero tampoco favorecen el respirar: la tormenta ya es de cinco partidos seguidos sin ganar. No hay alertas suficientes para enrojecer la situación.

Varias cosas quedaron claras tras el partido. Entre ellas, que la confianza de Iraola en Martín roza lo nulo: el entrenador prefirió alinear a Martos como central antes que dar una oportunidad al chaval, aumentando la amarga sensación de que hay muy poca fe en la cantera. También quedó cristalino que el problema del gol es enfermedad incurable, porque el equipo repitió dinámica: mucha pelota, mucho control, pero poca pegada. Mucho lirili y poco lerele.

De hecho el primer gol llegó gracias a una carambola. Andrés Martín, al intentar rematar dentro del área, le pegó al aire y eso propició que el defensa se lo llevase por delante. Fue clamoroso y no dudó Prieto Iglesias. La responsabilidad, para Trejo, que anotó disparando potente y raso a su derecha. Álex Domínguez adivinó, pero no llegó. Las Palmas tuvo dos ocasiones para adelantarse, ambas en las botas de Jesé, que fue titular (no aparecía en un once desde el 27 de enero de 2020, hace 404 días, aún en la liga portuguesa). Dimitrievski salvó la primera con una manopla abajo y el delantero se equivocó brindándose un autopase en la segunda.

Para los de Iraola no faltó el coqueteo rutinario con la caraja. Advíncula, despejando mal y dándole al balón con la mano izquierda dentro del área (no señaló penalti el árbitro al entender que era involuntaria e intranscendente para la jugada) y Maikel Mesa tirándola al palo a portería vacía fueron reflejo de ello. Tarareaba quién sabe qué el Rayo sobre un alambre de centímetros de grosor. Jugaba con fuego. Y se acabaría quemando.

La segunda parte fue de los canarios, que acusaron el mismo problema que su rival: la falta de pegada. El Rayo tuvo dos clarísimas para sentenciar. La primera, de Andrés Martín… En fuera de juego. Definió a las mil maravillas ante Domínguez, pero partió en fuera de juego. La segunda, casi rozando el descuento en las botas de Álvaro García, que recogió un rechace y, a pesar de estar casi a puerta vacía, buscó un pase de la muerte y desperdició la jugada. La mirada que le echó Trejo, atónito, fue efectista.

Isi puso la nota positiva, volviendo tras semanas en el dique seco al contagiarse de la Covid-19. No tenía minutos desde la heroica en Cornellà (2-3). Y Sergio Ruiz, la negativa. Apenas 1 minuto después de aquel regalo incomprensible de Álvaro García, remató desde dentro del área para firmar las tablas. Otra crónica de una muerte anunciada. Antes ya habían perdonado Benito (que la mandó al larguero) y Curbelo (paradón de Dimitrievski, uno más del muro de Kumanovo). El Rayo estaba controlando bien las acometidas, salvo en los últimos 10 minutos, que fueron sinónimo de frenesí. Y salen caros.

El partido debía ser la demostración de que una sola victoria podía hacer latir a cientos de corazones. Pero fue todo lo contrario: el reflejo de una temporada desilusionante… Pese a que el ascenso siga a tiro de varias piedras. Vallecas continúa mirando con aspereza a su Rayo. La Franja se desinfla en el playoff y entra en vereda. El próximo compromiso será el viernes, cuando el Real Zaragoza visitará Vallecas (21:00 horas, Gol Tv/Movistar LaLiga). Oportunidad para demostrar jerarquía, actitud. De momento, no amaina la tormenta.

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