Allí estaban todas, desmelenadas. Tocaban, regateaban, llegaban al área como si no hubiera un mañana. Salma por la izquierda, Navarro por la derecha, Irene por todos lados, Paola acompañando, Claudia estafando rivales…No parecía la final de un mundial. Se estaban divirtiendo tanto que a veces exageraban, un pase de menos, un regate de más, un amago excesivo, una finta innecesaria…Por un momento se giraban, preocupadas, asustadas, inquietas.
Les venía a la cabeza que se jugaban un título y las atacaba la responsabilidad,pero en mitad de esas perturbaciones aparecía ella, dispuesta a poner orden, a tranquilizar, a serenar, a mandar, a echar una mano a las de atrás para acarrear la carga del balón y convertir este último en un regalo para las de delante,siempre dispuesta a correr por ellas, saltar por todas, llegar al gol si la dejaban libre y evitarlo si estaba en sus pies, tanto que Toña, su entrenadora comprendió que debía jugar todos los minutos.
Porque Eva Alonso, dorsal 19, nacida bien entrado el siglo XXI pareció tener como dos primeros dígitos de su fecha de inicio en el mundo ese 19, pareció haber jugado más partidos que Natalia o Ángeles, mutó por momentos en Silvia Meseguer o Vicky Losada cuando todo se puso mal en la segunda parte, se repuso de la desgracia de un gol en propia puerta y se divirtió levantando una copa mundial, un motivo más de alegría para Vallecas y su Rayo, que pese a su falta (ya es titular en la franja a sus 16 años) está haciendo una temporada meritoria a base de honradez, esfuerzo y mucho trabajo.
Desde Rueda a Alonso, de Eva a Eva, el deporte femenino vallecano en particular y el femenino español en general han progresado superando al masculino pese a todas las barreras pasadas de fecha. Las han derribado a base de saltos, de volteretas, de remates, de mucha valentía, coraje, nobleza y talento.
Enhorabuena equipo. Te esperamos en la City, Eva.