Por Alejandro Castellón (@acastellonm)
Corría el minuto 10 del partido Rayo Vallecano-Huesca cuando el colegiado, Cuadra Fernández, acudía al banquillo local para requerir los servicios del cuadro médico franjirrojo, por unas molestias en su pierna derecha. Tras sendas visitas en apenas cinco minutos, el árbitro decidió dejar su puesto al cuarto árbitro: Nieva López.
La anécdota ponía esa chispa de entretenimiento en una tarde gris y lluviosa sobre la capital. Pese a que la lluvia no dejó de caer en todo el día en Vallecas, más de 7372 aficionados acudieron al estadio para presenciar otro tropezón franjirrojo, que suma una sola victoria de los últimos siete partidos.
El gol de Borja Lázaro en el minuto 27 no era sino una muestra más del despropósito de este Rayo: fallo de Zuculini que el nueve oscense mandó al fondo de la portería de Gazzaniga. Pero solo ocho minutos después, en el 35 de partido, Nieva señaló el punto de penalti tras un codazo de Brezancic dentro del área. Segunda amarilla para el jugador visitante, que acababa de ver la primera, y la ocasión de empatar un partido que se había puesto muy, pero que muy feo. La ayuda de Nieva al señalar la pena máxima, que fue cuanto menos dudoso, no sirvió para que los locales sacaran pecho. Anotó (por fin) Ebert y todo parecía ponerse a favor de los madrileños. Ventaja numérica, se empata el partido, … pero no.
Todo se ponía de cara para la franja. Pero este Rayo no sabe jugar de cara. Ni de cruz. Bueno, de hecho es que no sabe jugar. No juega a nada. El segundo tiempo, con todo de “cara”, el cuadro de Baraja no supo entender el partido con superioridad numérica. Grandes vacíos en el centro del campo, con 4 delanteros (o incluso 5 al final) hacían imposible cualquier tipo de improvisación, de juego trenzado o de sensación real de peligro. Insisto, con ventaja en el marcador y un jugador más.
Ni defensa de tres, ni el cambio de entrenador, ni la lluvia ni Nieva. Este Rayo no carbura. ¿Solución? Posiblemente haya alguna, pero eso sería para abordarlo con más calma. Todo se andará.