El Rayo Vallecano tenía que ganar sí o sí. Y o hizo. Era la única ecuación posible para seguir en la pelea tras las victorias de Sporting y Girona. Pero ahora le viene lo más duro: Castellón (20º) y Lugo (19º) se medirán a la Franja con el agua al cuello y la imperiosa necesidad de vencer. Hasta el lunes, al menos, el equipo seguirá asomado al playoff.
Muy pronto empezó rugiendo El León de Nevir. Tras un error grotesco de Qasmi cuando se quedaba a portería vacía, no perdonó Comesaña. El gallego remató un centro en el segundo palo para adelantar al equipo en el primer cuarto de hora.
Empató el Oviedo, que pese a no jugarse nada e ir al 60% de sus capacidades, halló petróleo. Y fue, para variar, en un desajuste defensivo. Femenías envió un balón largo desde su campo, Borja Valle lo prolongó y Leschuk, dentro del área, rompió a Advíncula y Catena para igualar la velada.
Pese al luminoso, ganaba el Rayo el combate a los puntos, y reaccionó para volver a adelantarse. Isi enganchó una volea en la frontal, tras un despeje de la zaga carbayona, para mandar el balón a la red.
Y justo antes del descanso, llegó el tercero. Edgar, involuntariamente, dio una patada a Fran García y provocó un penalti. Inicialmente no se señaló, pero el VAR intervino y corrigió la decisión. Y esta vez, en la ruleta de lanzadores, salió Qasmi, que lo envió a la red. 3-1 y descanso.
En la segunda parte la marcha bajó de cuarta a segunda. Todo fue más lento, menos peligroso. Y la Franja supo mantener la ventaja con soberana tranquilidad. Además de sentenciar. Lucas, intentando evitar un remate de Isi, se marcó un centro de Álvaro García en su propia portería.
Fue el punto y final a un capítulo de -casi- ensueño. Minutos del Rayo ganando sin sufrir, algo casi mitológico. La victoria deja al equipo como estaba, séptimo con los mismos puntos que el Sporting, y a tres del Girona. Al Rayo le quedan dos finales para seguir soñando. De momento, vía goleada, mantiene la esperanza. Que ya es mucho.