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Teruel 2-3 Rayo Vallecano: ‘Del harakiri a la épica’

Si algo tiene esta ‘nueva’ Copa es ese aroma a fútbol de barro que tantos recuerdos despierta. Permítanme la expresión: mola. Decenas de Davides intentando tumbar a sus Goliats. Y entre ellos estaba el Rayo Vallecano, más acostumbrado a viajar como pequeño, pero esta vez obligado a ejercer como gigante. Eso da vértigo, porque tienes mucho que perder (caer eliminado es una timorata humillación) y poco que ganar (pocos aplausos despierta tumbar a un Tercera).

Iraola apostó por un once de garantías con tres ‘canteranos’: Morro, Mario Hernández (que volvió tras superar el Covid-19) y Martín Pascual. Además, Bebé fue titular 425 días después (no lo era desde el 10 de octubre de 2019, en una victoria 0-3 en Extremadura donde marcó). Poco a poco el portugués había ido recibiendo minutos, pero más bien residuales. Esta fue, por fin, su gran vuelta. Y dejó buenas sensaciones. También la dupla Ulloa-Qasmi, poco habitual en Liga. La cruz de la moneda, Marc Echarri, que no pudo ser titular por el límite de fichas del filial (sólo puede haber tres a la vez en el campo), consecuencia directa de tener a jugadores de la primera plantilla con fichas de cantera. La chapucería institucional tiene secuelas.

Con esas y apenas tres días para preparar el partido, el Rayo saltó al césped de la Pinilla. El Teruel salió a defenderse como gato panza arriba sin prisas por buscar la meta rival. Un fútbol clásico de las categorías bases con mucha disciplina táctica y pocas florituras técnicas. Líneas muy juntas y a achicar aguas. Los vallecanos aceptaron el envite y agarraron la posesión de balón. Cada uno con su estilo y ambos cómodos. Velázquez y Qasmi tuvieron las dos primeras ocasiones por alto, pero sendos remates se marcharon altos.

Poco después avisó Mario Suárez, que tras un espectacular regate en la frontal probó el disparo con el interior de la bota derecha… Y la mandó al palo. Fue un aviso a navegantes de lo que se venía, porque pocos minutos después Martos, definiendo ante la salida de Monforte, rompió la igualdad y puso por delante a los vallecanos. Con el 0-1 y la sensación de notable superioridad se llegó al intermedio. Y con dudas en torno a Velázquez, que fue sustituido por molestias, aunque él mismo tranquilizó levantando el pulgar desde el banquillo (entró Catena, al que no dejan descansar ni queriendo).

El Teruel movió sus fichas e hizo tres cambios de golpe intentando revolucionar el partido, pero el Rayo siguió dominando. En medio de la guerra hubo un cañonazo que sonó más fuerte que el resto: Bebé se pidió una falta marca de la casa y la estrelló en la barrera, tumbando a dos rivales en el suelo. A 5º de temperatura se pueden imaginar que un pelotazo de Tiago Manuel Dias Correia te deja grogui. Tras esa anécdota, el susto. Adrián, 9 local, perdió el conocimiento en un ataque, generando el silencio absoluto en la Pinilla. Por suerte, a los pocos minutos recuperó la consciencia y se puso en pie, aunque fue sustituido.

El Rayo hizo eso tan típico este año: no sentenciar. Y jugar con fuego a veces implica quemarse. Tras una segunda parte tranquila, sin sustos ni agobios, los últimos 5 minutos fueron una locura. El Teruel sabía que con un gol se metía y se echó al ataque… Y el Rayo tembló. Porque el Rayo no sabe sufrir. Era literalmente el último minuto de partido cuando Otin cabeceó un centro en el segundo palo y mandó el partido a la prórroga. Jarrazo de agua fría en el barrio. Y lección a aprender: los partidos hay que cerrarlos, porque si no, te puedes meter en un lío.

El Rayo se asomó al abismo de la catástrofe durante unos minutos, pero reaccionó rápido (o eso pareció). A los tres minutos de la prórroga el canterano Iker Recio, que prácticamente acababa de entrar al campo, sirvió un centro que Qasmi prolongó con un taconazo impresionante y Antoñín mandó al fondo de las mallas. Soplaban vientos favorables para el Santa Inés, pero las aguas estaban movidas. Porque tuvo la sentencia el Rayo y, no se lo van a creer, la perdonó de nuevo. Qasmi decidió repetir estrategia, dar un taconazo y regalar lo que habría sido el 1-3 y segundos después… 2-2. Envío raso de Hualde y definición perfecta de Julen para batir a Morro. No daba crédito Iraola. El cuento de nunca acabar.

En la segunda parte de la prórroga se quedó con diez el Teruel por roja directa a Cabetas, que derribó a Qasmi cuando el delantero encaraba la portería rival. Expulsión de manual. El Rayo se volcó aprovechando la superioridad y encontró el gol a la épica. No había manera, el Teruel resistía replegado atrás, instalando lo que de manera oficiosa se conoce como poner el autobús. Pero Óscar Valentín es el hombre prórroga y, al igual que el año pasado en Tarazona, marcó en el 119′ para decidir un partido taquicárdico. 2-3 y delirio.

El equipo decidió hacerse el harakiri y meterse en un lío. Porque la sensación hasta los últimos 5 minutos fueron de mucha superioridad. Pero hay que sentenciar los partidos…. O se te pueden volver en contra. El Teruel se perfilaba como un gato y demostró tener garras de tigre. En esta vida no hay rival pequeño. Volvió Bebé, tuvo minutos Morro, hizo un partidazo Mario Suárez, debutó Iker Recio, apareció San Óscar Valentín, pasamos frío en Teruel… Y la Franja volvió a Vallecas con el sello de la clasificación. Tocó sufrir como siempre para ganar como pocas veces. Otra ronda por aquí, maestro. Esta Copa sabe a gloria.

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