OPINIÓN
El 27 de septiembre de 2019 el capitán del Rayo se retiraba del entrenamiento, su rodilla izquierda decía basta. Había jugado su último partido justo una semana antes, frente al Almería. En noviembre, fue operado y aunque parecía que todo había salido bien y que el portero ya volvía ser uno más, las malas sensaciones volvieron.
Los médicos le diagnosticaron una lesión osteocondral, su cartílago de la rodilla izquierda estaba muy dañado, se perdería toda la temporada. Esta lesión coincidió con la de Bebé y ambos empezaron juntos la recuperación, pero mientras que el portugués se iba recuperando el portero se quedaba estancado.
Pero donde muchos hubieran decidido rendirse y tirar la toalla, Alberto decidió vivirlo diferente. Ya antes de su lesión se le vio siendo un ejemplo para los canteranos, animando a Martín Pascual tras sus fallos la temporada pasada. Esta lesión no le iba a impedir formar parte del equipo. La pandemia le retrasó los tiempo de recuperación pero en cuanto volvió la competición acompañó a sus compañeros en busca del asalto a los playoffs y aunque no se consiguió el objetivo, el portero fue uno más.
Este año, ha vuelto a ponerse los guantes y aunque no trabaja con el grupo, si lo hace individualmente tanto en el campo como en el gimnasio. En el último día del mercado de fichajes, se quedó sin dorsal para dejárselo a Luca Zidane y en una entrevista a Onda Cero Asturias expresó su frustración por no haberse recuperado todavía “mi vuelta se va apagando”.
Pero, en esa misma entrevista también dejó otro mensaje, esta vez positivo: “Hasta el último día del último momento, lo seguiré intentando”.
Ese es el mensaje que transmite a sus compañeros en todos los partidos, porque sí, el portero rayista no se pierde ningún partido en casa. Incluso, también se le pudo ver en las gradas de Montilivi. Porque Alberto, a quien se le acaba el contrato a final de temporada, celebra todos los goles del Rayo desde las gradas de Vallecas, es partícipe de todas las victorias y anima a sus compañeros en las derrotas.
Ha pasado más de un año de su lesión y todavía no sabemos cuándo será el día que vuelva a jugar, o si lo hará, pero desde luego a resiliencia, ganas e ilusión no le gana nadie. Porque su actitud le ha hecho convertirse en un ejemplo de capitán.
¡Ánimo Alberto! Te esperamos pronto capitán.