“El más terrible de los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza muerta”. (Federico García Lorca).
Nunca tuve dudas del talento y la emoción de las palabras del granadino. Lo que no imaginé es que un buen día, ochenta y cinco años después de ser ejecutado, plasmaría de un modo tan claro el sentir de algunos, diría que muchos, aficionados rayistas.
Al descanso del Espanyol – Rayo la melancolía superaba a la molestia, la tristeza a la indignación, la resignación al cabreo en los rayistas que aún tenían ganas de exponerse en las redes sociales.
Se había puesto una mejilla contra el Mallorca, dado la cara ante el Barcelona y puesto la otra ante el equipo blanquiazul.
Lo peor no era perder, lo peor era la cara de tonto que se te quedaba. Tras un 2-0 al descanso, solo quedaba esperar una suerte de efecto Rufete. Ejemplo claro de grieta generacional, solo los veteranos me entenderán.
Es cierto que Francisco Rufete completó en 2020 una calamitosa gestión como director deportivo del Espanyol y la culminó sentándose en el banquillo periquito, siendo la triste cara del descenso, pero ese no el tema, por el momento.
El efecto Rufete tiene casi 20 años. Por entonces, un Valencia plagado de buenos jugadores naufragaba en cancha del Espanyol con un 2-0 claro al descanso. Su entrenador, Rafa Benítez, estaba en la cuerda floja y parecía que iba a ser su último partido en el banquillo “ché“.
Rufete entró en la cancha como revulsivo valencianista y en ocho minutos empató el partido.
Isi Palazón anotó de libre directo el golazo de la temporada, pensábamos, y el Rayo con el 2-1 se creció.
El conjunto local dio algún susto, como el larguerazo de Nico, pero poco a poco se fue apagando.
El karma, el destino, el árbitro o Rufete de nuevo formaron parte del empate del Santa Inés.
Adrián Embarba, otrora capitán rayista, flamante fichaje de Rufete para salvar a los blanquiazules del descenso se puso en la barrera ante un tiro libre lejano de sus ex-compañeros.
El trencilla vio una enorme carrera en el pantalón del 23 y lo mandó a la banda a por otro short. Jony Montiel también vio el agujero y casi provoca otro en las redes de Cornella -El Prat con un zurdazo ultrasónico. (2-2).
El gol aturdió a los locales que cuando quisieron darse cuenta vieron, turulatos, como otros dos zurdos, Andrés y Álvaro completaban una tarde siniestra para los de Vicente Moreno a pies del mejor comando de zurdos de la categoría con el gol del segundo, que empieza a parecerse al prometedor extremo que llegó del Cádiz.
Aquel Valencia de Rufete remontó el partido, ganó 2-3 y meses después fue campeón de liga.
El Rayo dio un “golpe en la pequeña China”, remontó un partido imposible y continúa con opciones, relativamente lejanas, de ascenso.
Tras abrir la caja, la curiosa Pandora no pudo evitar que los males se esparcieran por la Tierra. Solo logró encerrar tras el infausto “unboxing” una cosa. Tuvo los arrestos de decirle a Prometeo (mirando la caja) que “la esperanza es lo último que se pierde”.