
Estas cosas se avisan, hombres de Dios. Puestos a eliminar la emoción con estos partidos absolutamente infumables en lunes por lo menos avisen. Sé que ahora no se pasa frío, ni se moja uno con la lluvia en el estadio, pero es que la cosa no da ni para ponerse en plan hooligan en casa gritando a voz en cuello el furor del ataque total, el uy continuo o la torpeza arbitral que ya, por habitual, ni irrita ni ofende.
El Rayo Vallecano empató en El Molinón en un partido en el que Enrique Castro “Quini”, puso el grito en el cielo. El mítico delantero, gloria eterna de nuestro fútbol se preguntó en varias ocasiones si había necesidad de aquello. Ni unos ni otros fueron capaces de hacer intentos dignos de merecer gol en ningún momento del encuentro. El 9 local lo intentaba de vez en cuando pero Quini sentía bochorno. El conjunto visitante seguía en la línea habitual de “virgencita que me quede como estoy” y a su entrenador le parecía bien que su equipo se alejara con un punto del descenso. Nada ocurrió hasta que Carlos Carmona entendió, casi recién ingresado en la cancha, veterano él, que no tenía pinta la cosa de cambiar así que tomó medidas para favorecer el gol. En un balón sin peligro decidió pisar por por detrás a Fran García dejando a su equipo con diez. El Rayo se sintió obligado a buscar el gol pero a cambio decidió ofrecer alguna facilidad. El Sporting salió al contraataque con dos jugadores, Aitor que se desmarcó y centró bien y otro que no vimos puesto que cuando quisimos darnos cuenta Fran García había alojado el balón en su propia portería. (1-0).
No era la emoción esperada, la verdad. Pensar en buscar el empate y darte cuenta de que el Rayo no había tirado a puerta era duro, pero todo podía ocurrir. Tener el gol hecho y que el rebote del poste te pegue en la mano haciendo inevitable el VAR como le ocurrió a Catena se hacía desolador. Que el zaguero local más contundente y poderoso se metiese un gol solito y el referee se apiadase de él pitando peligro, anulando el gol por falta de Santi, que no ha dado un mal empujón en su vida y dando por amortizado el VAR se hacía insoportable. Quizá por eso Andrés, que sabe el negocio necesita visitas y likes puso en la escuadra la dejada de Qasmi con un remate de highlight, de video para que todos piensen qué demonios hace ese muchacho en segunda donde, para su desgracia, merece aún estar (1-1) .
Luego el Sporting hizo su trabajo, el Rayo al menos puso intención y Javi, leyenda de ambos conjuntos jugó con Fuego. El balón pudo pegarle en el codo, costado o lumbago y el VAR, que está para esto, sacó al árbitro de su embrollo y le hizo evitar problemas.
El punto final no hace más rico al Sporting pero dignifica su esfuerzo y no saca de pobre al Rayo, que empieza a producir lo peor para su aficionado que es nada, nula emoción, poca evasión, cero diversión, gran incredulidad y enormes dosis de mediocridad y triste solemnidad.
¡Qué tostón, de verdad!
