Por Marcos Diéguez (@markitulis)
En 1936, mientras Vallecas era bombardeada y Peironcely resistía, Johnny Hooker y Luther Coleman ,allende los mares, estafaban a pobres idiotas con el timo de la estampita.
Siempre se dijo que nuestro barrio estaba lleno de pícaros, gentes honradas (pero no honorables) que se buscaban la vida en el límite de lo legal engañando a los ambiciosos, vanidosos y avariciosos, es decir, a los Lonnegan de la vida para ir tirando. En el campo sin embargo, estábamos faltos. El mas listo se fue de Rianxeira para llenar de bolsillos al que nos hizo el tocomocho y hoy se le echaba en falta.
El Rayo recibía al Espanyol con la necesidad de, al menos, darnos un respiro. Pareció hacerlo con el golazo de De Tomás pero nuestro equipo es como el del chiste:
Un tipo llega a la consulta del psiquiatra y le dice al médico:“Doctor, creo que tengo doble personalidad”
“Sentémonos a hablar los cuatro”.
Una especie de Jekyll y Hyde radica en el equipo. Hoy tocó marcar y hundirse . Una cosa loca, oiga. Porque el Espanyol es un conjunto notable que supo crecerse en la adversidad y controlar el partido hasta lograr su objetivo. Llegar a la caseta con ventaja en el marcador para salir al campo y dar la estocada a la contra era el plan. Se lo pusimos tan fácil que no contaban con nuestro Luther Coleman.
En el Rayo , según Jorge Valdano, tuvimos al “estafador de los defensas contrarios“, Onésimo Sánchez , a la familia Trapa, estafadores condenados y ahora al “sucesor designado”, por lo que, en nuestra lucha por un Rayo recto y de bien habíamos olvidado que un timador en el campo viene bien. La cosa es que empezó el segundo tiempo y la sensación era mala, pero empezó a sonar en la grada la musiquilla que mas le gusta a nuestro Luther Coleman, la banda sonora de El Golpe, la peli mítica de Redford y Newman. En esas, Luis Ad-vincula se desencadenó (chiste para los que saben latín o fueron a la iglesia) y mutó en el bueno de Coleman, recto con renglones torcidos para convertir una llegada al área en un penalti pateando al defensa y haciendo una caída digna de Greg Louganis (cuando se abrió la cabeza en Seúl 88).
Las malas lenguas dicen que el hombre peruano tiene una habilidad especial para la triquiñuela. Yo me casé con una limeña, así que no puedo opinar.
Antes de caer en jardines maritales podemos decir que los hechos cuentan que el Rayo mejoró, compitió y empezó a acercarse a la victoria hasta que el entrenador prescindió de nuestro lema para ganar el partido. Sacó del campo a la valentía y coraje de Bebé y a la nobleza de Kakuta que eran de lo mas salvable de la franja. El equipo entendió el mensaje, se arrinconó solo , y gracias al VAR y al crono se llevó un punto que viendo el partido sabe a muy poco y conociendo al rival sabe a bastante. El problema es que los puntos no conocen de sabores y va necesitándose sumar de tres en tres para dejar el cerdo agridulce, no tener que pedir créditos rápidos y no temer al pasar por Pan Bendito camino de Leganés.
Me gustó ver correr a Lucky Dan.