DE OTRO PARTIDO
Valentía, coraje y nobleza. Remontada para soñar.
Lo que ha pasado hoy empezó no entrando en la cabeza y terminó no entrando en el corazón. En un comienzo similar al que el Rayo Vallecano hizo contra el Mallorca, sin estar en el partido, fallando en las marcas por arriba y regalando balones que fueron ocasiones claras, como Catena en el gol de R.D.T., el Espanyol se adelantó rápido con dos goles que tenían mensaje de “partido sentenciado”. El Rayo estaba perdido, sin movilidad, con la gente de arriba inexistente y suplicándole a Trejo que apareciera más. El que necesitaba aparecer era el equipo. Y Dios no lo sé, pero Iraola escuchó los ruegos. En los 15 minutos del descanso, el Rayo se vistió de otro Rayo. Salieron con las mismas camisetas, pero con otra actitud. La transformación que nadie esperaba -mucho menos el Espanyol- deja al Rayo arriba y con la moral que se merece. Tres golazos -uno del ojalá recuperado, vivo, Álvaro García- para soñar quizá con el ascenso directo. Hoy, el Rayo le ganó al Espanyol y a sí mismo.
ENVUELTO PARA REGALO
Los fallos defensivos, que por suerte quedan olvidados.
¿Quién recordará, después de una hazaña tan grande y tan importante, el pase que Catena le da a R.D.T. en el 2-0 como si todavía fueran compañeros? Nadie. Ni Catena. A esos errores supo sobreponerse el Rayo invocando en la segunda mitad al equipo que suele aparecer más en Vallecas. Los regalos al Espanyol no le sirvieron de nada. Yo ya no recuerdo ese pase ni quiero verlo. Ánimo, Catena, no fue nada. Y si sirvió para que el equipo se mentalice y haya hecho lo que hizo, gracias. Gran pase. ¿Cuál? No lo recuerdo.
LO QUE SE LLEVA EL OJO
Dos ojos son pocos.
Los globos oculares siguen hinchados de imágenes maravillosas, que se repiten en cámara lenta. El trayecto del balón en el libre directo de Isi, el disparo de Montiel, las arrancadas de Fran, las paradas de Dimitriesvki y ese último gol que, ojalá, sirva para que Álvaro García calle de una vez las críticas que desde aquí le hemos hecho. El Rayo fue cine, ballet y exposición de pintura. En el primer tiempo lo más vistoso habían sido las terceras camisetas, rojas y negras. En la segunda parte descubrimos que llevaban jugadores dentro. Bendito sea este dolor de ojos hinchados que no quieren cerrarse para dormir. Sí, para soñar con el Ascenso.
LA BOTELLA MEDIO LLENA.
De sin líquido a otra botella en 90 minutos.
Después del partido contra el Barcelona, había quedado llena. Hoy se vació en el primer tiempo y, finalmente, tuvimos que cambiarla por una de dos litros, porque el optimismo nos superó de manera tan inesperada como el Rayo superó al líder. La botella, el doble de grande, se queda llena hasta arriba. El líquido sube; el Rayo, también. Ya vendrán tiempos peores.
EN DEFENSA DE…
S.O.S Dimitrievski.
El larguero una vez más se vistió de amarillo, como Dimitriesvski, que volvió a ser decisivo para que el Rayo mantuviera la esperanza matemática hasta dar vuelta el partido. En la defensa -todos- pasaron de lentos a rápidos, de inexistentes a omnipresentes. Fue algo pocas veces visto: de repente esos muñecos sin sangre del primer tiempo, que habían cometido tantos errores y que se fueron hacía el túnel de vestuarios resignados, pensando en cumplir el trámite con un resultado que no fuera peor, esos que -por su actitud- hubieran firmado el 1-0 y a casa, en el tramo final, como si se tratara de un boxeador que finge cansancio y otorga varios asaltos a su adversario para después desplegar toda su furia, aparecieron por aquí y por allí, comenzaron a ganar duelos y a recuperar balones, a cuidar mejor las marcas, a usar las bandas y sobre todo a moverse, a creer que en ese campo y frente a ese rival tan difícil y con un 2-0 la remontada era posible. Si el empate ya hubiera sido un milagro, imagínense el sabor que tiene este triunfo.
Golpe de puño en la mesa de la Liga. (La mesa todavía se mueve).
Y como nos gustaba decir cuando estábamos donde queremos estar:
“Cantaremos todos unidos, alzaremos fuerte la voz… Para que solo se escuche aquello de, oeeeeee Rayoeeeee, oeeeeee Rayoeeee…”
Sigamos golpeando fuerte.
Un saludo para el gran amigo Ángel Bernardo, lector de El Pase Corto, fan de San Lorenzo y seguidor del Rayo desde Buenos Aires.
Hasta la próxima crónica, gracias por el recorrido. ¡Suerte, Vallecas, y aúpa, Rayo!