
EL TERCER TIEMPO
Las ganas, la ilusión, la emotividad de los momentos previos al Rayo-Sevilla del hincha franjirrojo eran notables. Los aledaños del Estadio de Vallecas respiraban de nuevo fútbol de Primera División. Además, todos querían ver in situ el nuevo Estadio, verlo por dentro, palparlo, sentirlo, para poder comprobar las obras que se han llevado a cabo este verano.
Estadio Vallecas: Zasca
Conforme el aficionado fue entrando al interior y fue percibiendo el estado de recinto, fueron tornando los buenos presagios en ese sentimiento perenne que tan dentro tiene en su interior franjirrojo: esa desazón continua. Esa alegría fue virando en titubeo, que acabó siendo desacato, desesperación y frustración. Como cuando estás en un restaurante y pides el plato estrella, pero te traen cualquier cosa menos lo que esperabas.
Para empezar, solo se han cambiado los asientos del anillo inferior del Estadio. El resto están tal cual. Eso implica el grado de suciedad extremo que padecen. No se han lavado, a pesar de la grandísima cantidad de polvo y mierda que está generando una obra de tales dimensiones. Por cierto, no se si lo habréis notado, pero los nuevos asientos son bastante incómodos.
ttp://www.unionrayo.es/wp-content/uploads/2018/08/asientos-albufera.jpg”>Estadio de Vallecas
[/caption]Además, los asientos nuevos estaban mal colocados. El hueco que hay entre asientos era distinto en diferentes puntos de la grada. Tremendo. Eso sí, en este caso, la culpa no es del Rayo Vallecano. Yo más bien apuntaría a la empresa adjudicataria de la obra, Fonsan, o incluso a la Comunidad de Madrid por haber otorgado la obra a dicha compañía.
Un Estadio en el que, estamos cansados de repetirlo, puede pasar una desgracia. Como casi ocurre al final del partido cuando un niño se cayó por un hueco de la grada hacia el césped. Por no hablar de los baños, que todavía no los han tocado. Aunque entiendo que esto será para una segunda fase. Paciencia al canto, rayista.
El andamiaje malamente recogido en Arroyo del Olivar, junto con un acceso estrecho y angosto hicieron las dificultades de los aficionados que llegaron con altas dosis de ilusión, y se fueron a casa con decepción y frustración.
Pero insisto, no se puede culpar al club de todo. La Comunidad de Madrid tendrá que tomar cartas en el asunto. Por supuesto, si la obra termina siendo un esperpento, tendrá que asumir las responsabilidades de la adjudicación a Fonsan.
