Si ustedes corresponden a ese grupo por cuya edad -no pongo una cifra porque soy un señor- cree que ya consiguió una madurez y experiencia plenas, les propongo un juego. Cierren los ojos, intenten retroceder a aquellos años marcados por el acné, los errores y la falta de sabiduría y piensen en aquello que cambiarían. En esa decisión sobre la que, pasado un tiempo, han pensado, entre negaciones con la testa, “si yo pudiera volver atrás…”.
El primer cigarro, la primera borrachera o aquella chica que creíamos posible conquistar cuando mirábamos al corazón y mientras tanto nos caían las lágrimas de risa de nuestro cerebro. Son errores que hoy, dicen, no cometerían. Pero que en su día estaban sujetos a la más tierna inexperiencia. A la candidez de la juventud. O a la necesidad que tiene el ser humano de aprender a base de aquello que reparten los curas en misa.
Uno piensa dos cosas: la primera es que rara vez se ha arrepentido de algo que ha hecho y que quizá muestra la inconsciencia elevada a la máxima potencia. Y la segunda es que el mayor déficit de la especie humana es su incapacidad de ponerse en la piel de su vecino. Si ya les he sacado una sonrisa haciéndoles pensar en aquellos tiempos de largos veranos y pequeños mundos en cada uno de nosotros, ahora les propongo un segundo: intenten pensar como si fuesen integrantes del Rayo Vallecano B de Diego Merino.
En las seis primeras jornadas, el filial rayista se ha medido a un recién descendido de Segunda B (Trival Valderas), el vigente subcampeón del grupo VII (Navalcarnero), un equipo que la pasada campaña jugó play-off de ascenso (Unión Adarve) y dos cuyos proyectos están pensado para el bronce (Alcalá y San Sebastián de los Reyes), además de la incógnita del Atlético de Pinto. El balance es de cinco punto sobre 18 posibles, repartido en una victoria frente a los complutenses y dos repartos de puntos ante ‘Naval’ y ‘Sanse’.
Obviamente no es un inicio bueno. Tampoco seré yo quien ponga excusas sobre qué ha pasado. Pero la media de edad del Rayo B -20 años- se ha enfrentado a jugadores rondando la treintena. Debutantes en Tercera han tenido en frente a rivales que acumulan temporadas en Segunda y Segunda División B. Y jugadores que el año pasado alzaron Liga y Copa, sí, pero en juveniles, no deben estar sometidos a una presión injustificada en categoría nacional cuando sólo se han disputado seis jornadas. Paciencia, comprensión y críticas, sí, pero constructivas, es lo que quizá necesitan.
Y es que, ¿se acuerdan de lo bueno de la juventud? Que en ella se tenía un margen de mejora enorme.
Diego Gómez (@DiegoGomezHdez)