EL TERCER TIEMPO
Avanzas los días, avanzan las jornadas, y el Rayo Vallecano no arranca. El motor franjirrojo parece congelado, estéril, sin la fuerza necesaria para acelerar. El partido ante el Betis en el Benito Villamarín fue una nueva muestra de esa desazón que está impregnando todos los rincones del rayismo, que ven cómo su Rayo Vallecano se retuerce en la lona con evidentes muestras de dolor.
Aterrizar en el Bernabéu
La situación deportiva está complicada. Muy complicada diría yo. El descenso es una firme amenaza, y para poner más dificultades, el próximo partido de los rayistas será en el Santiago Bernabéu. Se me antoja tremendamente complicado poder rascar algo positivo de la Castellana, aunque viendo cómo bajan por allí las aguas, tampoco sería descabellado. Sea como fuere, el partido de verdad para el Rayo Vallecano será el domingo 23 de diciembre ante el Levante.
Ahí, probablemente, se la juegue Míchel. Además, después de jugar contra el Real Madrid, el Rayo Vallecano tiene un calendario que va a marcar su futuro en esta Liga: cuatro partidos de cinco en casa. Ahí va a estar la permanencia. Si tiene alguna opción de sacar esta situación adelante, pasa por sumar la mayor cantidad de puntos en este mes de enero.
Es cuando el motor tiene que arrancar. Ya si que no se permiten más probaturas, peros o excusas varias. Ante el Betis el equipo de Míchel jugó un digno partido hasta el momento del penalti, después se vino abajo, como si alguien hubiera tocado la tecla, como si hubieran fundidos los plomos de la nave franjirroja.
Este Rayo Vallecano sufre cuando recibe un golpe, está bajo de moral y la prueba más evidente es el segundo gol en el Villamarín. La desidia y dejadez del equipo dolió, la permisibilidad con la que Sidnei se plantó delante de Dimitrievski sobrecogió, y el aficionado vio a un equipo sin energía.
Saquen ese aliento y nunca dejen de animar, que en enero está la clave de la permanencia. Hay que poner todas las piezas del motor y engrasarlas para que el navío franjirro arranque. Pero antes, hagan una parada en la Casa Blanca y, quién sabe,…