En segunda, como en primera, los partidos se ganan por detalles. La división de plata, sin embargo, tiene una característica muy especial. Está plagada de estrellas y estrellados, de protagonistas y perdedores, de peloteros que nos quieren sonar por uno u otro motivo.
Cuando Bryan Singer firmó en 1995 “Sospechosos Habituales” ni se imaginaba de que estamos hablando ahora. Isi Palazón gateaba y Santi Comesaña era un proyecto de sus progenitores en el que estaban “manos a la obra”.
Quien después dirigiera X-Men o Superman Returns trazó una gran historia a través del relato de Roger Kint, informador y única fuente de un policía que investiga un terrible crimen. Según Kint, el incendio se tramó en una rueda de reconocimiento de sospechosos habituales, todo un thriller en el que “nada es lo que parece”.
El Rayo Vallecano inició su partido ante el Girona con el guion habitual, desorden y despiste que no terminó en desgracia debido a que Yan Couto boicoteó a su compañero Stuani y le quitó el remate que en botas del uruguayo, archiconocido villano del gol.
La franja se recuperó del golpe y comenzó a dominar gracias a Bebé. El Superman de Vallecas lo intenta siempre desde la izquierda, desde la derecha, de tiro libre, de saque de esquina, desde cerca, desde lejos e incluso desde la parada del 103 de Payaso Fofó, y dio dinamismo al ataque de Iraola.
En pleno dominio de los locales se juntó el hambre con las ganas de comer.
Esteban Saveljich. correoso zaguero argentino se picó con Stuani, delantero charrúa. En su cabeza sonaba bien, como una especial de batalla del Mar de Plata, pero la cosa no fue bien.
En una acción ridícula, el marcador de la franja asestó un mamporro al goleador gerundense y provocó una falta lateral. Martín Pascual, que había comenzado con un error en la marca al inicio del choque y al que hubiese venido de perlas la protección y apoyo de su compañero se encontró con el marrón de tener que bailar con la mas fea el resto del encuentro.
Por cierto, en esa falta Santi Bueno se anticipó a Pascual, falto de contundencia para adelantar al Girona (0-1).
El gol podría haber afectado a los de Iraola pero no dio tiempo ya que un remate de Álvaro García fue rechazado por Juan Carlos en palomita inútil y convertido en gol por Santi Comesaña que cuajó una buena primera mitad y la redondeó con el remache del rechace del infausto arquero de Paco en Anoeta. (1-1).
Tras un primer tiempo entretenido y bonito llegó una segunda mitad plana, aburrida.
Iraola movió el árbol para hacer caer el fruto e introdujo en la cancha a Pozo e Isi por Antoñín y Bebé.
La primera sustitución fue alabada por la “grada vallecana” porque el malagueño saliente, simplemente no estuvo. La segunda fue un disparo en el corazón y para casi todos, tras la aportación del portugués, un tiro en el pie.
Palazón rompió la melancolía con genio, rabia, potencia, calidad y un disparo que tocó en el palo y entró (2-1). Juan Carlos acabó como la mujer de Lot convertida en estatua de sal al girarse (ya sé que es una imagen bíblica, pero aquel día en Anoeta JC miró a Carlos Vela y aquello fue digno del libro del Apocalipsis).
El final del partido tuvo su aquel. Pulido Santana marca unas manos de Oscar Valentín como penal, mira la repe, entiende que el pulmón vallecano no puede meter las manos en otra lugar y anula la decisión. Francisco, técnico visitante se cabrea, protesta por el escaso añadido y la franja da un piso firme hacia el playoff alejando a un peligroso rival.
En algún momento de la película, Roger Kint dijo que «la mejor jugada del diablo fue convencer al mundo de que no existía». Isi y Santi aún ríen pensando en quien era Keyser Söze.