Fue a través de Pepe Molina, histórico del movimiento asociativo vallecano, presidente de la Asociación Vecinal Palomeras Sureste y fundador de Vallecas Todo Cultura entre otras cosas que supe de la “Loma de Chiclana“. Molina Blázquez, que presentó hace unos meses “Vallecas en lucha, 30 años de reivindicaciones y conquistas populares” escribió un texto sobre ella en Vallecas Todo Cultura.
Entre Buenos Aires, el Parque Azorín y Arroyo del Olivar, cerca de la iglesia de San Pablo estaba este montículo donde se encontró un poblado calcolítico, de más de 5000 años de antigüedad.
Gracias entre otros muchos a Pepe sabíamos que el barrio era underground y también que excavando se podrían encontrar mil maravillas y curiosidades, cómo que Vallecas tuvo a su propia Corina, Liesau, arqueóloga del equipo de aquel yacimiento.
Leer es la mejor manera de escarbar en tu cabeza sin mancharte las manos y a través de Juan Jiménez Mancha me enteré de que las “tetas” del Cerro del Tío Pío, mirador envidia de la capital, estaban compuestas de los escombros de los sueños de toda una barriada, una de las “culpables” de que Vallecas sea como es, obrera, sufrida y muy trabajadora.
Lo que no sabía, quizá Pepe y Juan sí, es que el tercer vértice del triángulo de cuyo interior nacerá la Carrera del Árbol este domingo (deporte popular siempre) fuera el Campo de Fútbol de Vallecas. Ahí está, descreídos, el motivo de que el presidente del Rayo Vallecano no termine de avanzar con las obras del estadio. La victoria de la franja en la ida de la semifinal de la fase de ascenso a primera ante el CD Leganés (3-0) así parece atestiguarlo.
La dirigencia rayista pensaba que de aquel terreno podía surgir desde el resto del poblado de la Edad del Cobre citado anteriormente hasta una torre de pisos en venta pasando por una colección de vallas oxidadas de la San Silvestre pero nunca imaginó el tesoro que venía del subsuelo.
Era conocido que en aquel lado del triángulo de las Bermudas podía desaparecer sine die incluso el importe de miles de abonos o entradas para partidos de la máxima pero insisto, nunca esto.
Los jugadores locales dieron unos minutos de cortesía al aficionado que se afanaba por entrar al campo sin éxito ante el vodevil organizativo y de ello estuvo a punto de aprovecharse el visitante Sergio González pero Luca Zidane estuvo felino y evitó males mayores.
Aquello fue el último aviso para los pasajeros del vuelo con destino Primera que entraron al fin al campo y empezaron a jugar.
El Leganés no estaba para cortesías y propuso no proponer. Rápido, atento y bien colocado,el equipo de Garitano maniataba la profundidad local sin contemplaciones y en caso de duda la cortaba con mil y una faltas tácticas. Mientras aquello sucedía el Rayo lo intentaba con punta roma y veía con impotencia como el árbitro estaba a por uvas.
Un codazo a Saveljich terminaba con el argentino ensangrentado y una cartulina de regalo.
Una sucesión de patadas y zarandeos a Trejo terminaba con una falta desesperada de éste que se saldó con amarilla.
Un contundente y aparatoso pero limpio cierre de Catena fue castigado con tarjeta.
Isi lo intentó a partir de Trejo pero aquello quedó en nada.
El partido avanzaba y en el césped no se veían soluciones ni parecía que en el terreno de juego pudiese haber sustrato.
El inicio del segundo tiempo fue una fotocopia a color del primero con aviso pepinero, esta vez por medio de Jonathan Silva y reacción de la franja.
Transcurrían los minutos y una acción descacharrante cambió el partido. Qasmi recibe en el borde del área y el fallo en su control se convierte en un balón claro de remate. Yacine la pega de derecha y él ,como diría Quique Peinado futbolista de izquierdas o para ser honestos, zurdo cerrado, manda el balón lejísimos de la portería.
Iraola miró a la banda, vio a tres posibles delanteros centros ,se encogió de hombros y pensó “¡qué demonios!”, colocando al único jugador con gol en punta y dejando a los otros tres con las ganas.
El grito de ilusión de la grada se oyó hasta en Butarque. Hacía falta un revulsivo y aquello cambió el partido. Lo habitual hubiese sido que la entrada de Bebé hubiese dado con los huesos de Isi en la grada pero el murciano, agradecido por salvarse tras ser nominado puso un trozo de cielo en el área.
La zaga pepinera, distraída por la presencia en el área de un Trejo aún renqueante permitió la llegada de Álvaro García que dio un preciso pase a la red (1-0). El gol aturdió a los de Garitano,que no parecieron tener plan B y se complicaron la vida con un error en la salida de pelota.
Óscar Valentín robó el balón y se lo dio a Bebé que hizo un caño, amagó el disparo, se orientó el cuero a la izquierda e hizo fracking en el césped para disgusto de Riesgo, al que los restos de oro negro que salió del verde le impidieron blocar el balón bajo su cuerpo en el 2-0 para delirio local. Los aficionados del Santa Inés se rasgaban los ojos de pura emoción e incredulidad, pero aún quedaba lo mejor.
Sin tiempo para reaccionar Bebé, con un hombro dislocado dijo que allí estaba y como Pelé en “Evasión o Victoria” quiso el balón en una falta muy ladeada.
La pegó duró, tanto que esta vez la maniobra de extracción de crudo del subsuelo de Vallecas de Thiago tuvo éxito y el géiser petrolífero que salió de allí distrajo a Riesgo cuya elección para la portería a la vista del resultado lo fue para los blanquiazules. (3-0).
Terminó el partido y nadie podía explicárselo. Del Campo de Vallecas, brotó, entre tanta desgracia y dificultad no solo un pozo de petróleo sino una preciosa y llamativa flor.
Que alguien la cuide, por favor.