A muchos no les sonará el nombre, pero Vlado Sola, portero de la selección croata, entró un día sin saberlo y por derecho propio en la historia del balonmano español. El 3 de febrero de 2005, Sola defendía el marco de su país frente a Serbia y Montenegro pugnando por un puesto en semifinales del mundial de Túnez. Un empate clasificaba a ambos conjuntos y eliminaba a España del torneo y el marcador marcaba un 24-23 favorable a su equipo. En la última jugada el balón llegó con claridad al extremo serbio pero Sola interceptó el lanzamiento, dio la victoria a Croacia y abrió la puerta a la escuadra española que ganó su primer título universal a la propia Croacia con una mala tarde de Vlado.
El Rayo Vallecano accedió a las eliminatorias de promoción de ascenso a primera división eligiendo el modo más difícil. Tras una temporada de ni fu ni fa en la que parecía que el pase al playoff caería por su propio peso los de Iraola se empeñaron en darle emoción al tema y se liaron hasta perder la plaza, remangarse y recuperarla.
Bastaba en la última jornada una victoria ante el Lugo para lograr el pase o igualar el resultado del Sporting de Gijón, anfitrión del Almería.
El Rayo eligió la bala mágica que mató a Kennedy. Salió bloqueado por la ansiedad, atenazado por la tensión y eso se notó. El equipo dominaba el partido pero no llegaba y el Lugo, ordenado y aplicado no sufría demasiado.
El Rayo se jugaba un pasaporte sin sello a la gloria y el Lugo el pan de jugadores, entrenadores y personal de un club con una década en segunda en un posible descenso. La necesidad fue imponiéndose a la obligación y el visitante obtuvo su premio gracias al enésimo tiro en el pie de los hombres de Iraola. Gerard Valentín ve como Catena sufre un ataque repentino de ciática o reuma, pierde la opción de recorte, la recupera y Fran García hace un penalti tan escandaloso como absurdo. Manu Barreiro lo fía todo a su calidad y anota con clase (0-1).
El partido tuvo tan poca historia como fe de los jugadores de la franja en darle la vuelta. Solo unos minutos de Trejo en la primera mitad se pueden mencionar. La segunda parte fue un asedio infame, un quiero y no puedo ante un heroico Lugo que en cada jugada limaba un minuto al reloj a través de burdas pero eficaces perdidas de tiempo que impedían que los locales cogieran velocidad de crucero.
Duró un rato el sufrimiento y los sudores fríos ante un posible gol del Sporting que hubiera acabado con el Rayo en la lona de la grada de la Albufera, el que Ager Aketxe tardó en anotar los dos goles que dieron al Almería la victoria en El Molinón. Aquello sí tuvo consecuencias.
Mariño, arquero astur que erró en los dos goles clamó al cielo pidiendo que aquel calvario terminase y parte de la afición rayista se acordó de la otra mitad de Marcelino García Toral y su famoso tuit tras la infamia del aquel Sporting-Villarreal que acabó con el Sporting salvado, el Rayo en segunda y el entrenador asturiano despedido por un club al que el Rayo mandó a segunda la noche del Tamudazo y ahora, qué cosas, es campeón de Europa.
Fue tal el desbarajuste franjirrojo que con Ulloa, Guerrero, Andrés, Bebé y Álvaro García en el campo lo único peligroso para Cantero, ídolo lucense ayer fue un despeje hacia su puerta de un compañero que el cancerbero visitante sacó en estirada felina.
En los últimos minutos solo los jugadores del Rayo querían el empate. Los de Iraola se desgastaron con el objetivo conseguido en un sinsentido absoluto pero ejercicio responsable y profesional. La afición con el playoff en el bolsillo envidió el coraje de lucha y clase obrera de los del Anxo Carro y agradeció el pitido final que contentó a todos.
En el vestuario de El Molinón todos los jugadores almerienses celebraban la victoria. Bueno, todos no. Radosav Petrovic , todocampista serbio del equipo andaluz se mostraba compungido. Preguntado por sus razones , Rado se acordó de aquel Croacia–Serbia de su adolescencia y fue parco en palabras . “No quiero al Rayo en la final. Habremos hecho un Vlado Sola”.