Se acaba septiembre y se acaban los calificativos. No vale con decir que un Tigre anda suelto; hay que dejar claro que está devorando todo el que pilla a su paso. Sin piedad ni clemencia. Primera titularidad y tercer zarpazo de su nómina. Él, y el Rayo, no son humanos. No sangran y si lo hacen, es de algún color especial. Es la única explicación posible a la ilusión: la Franja venció en Vallecas, donde sigue intocable y está a 1 punto del segundo (a 4 del liderato). Pueden leerlo las veces que haga falta. No es un sueño; es real.
El primer cañonazo fue precoz, obra de Alvarito (empeñado en disputarle el trono goleador a Falcao; llevan tres cada uno). A punto estuvo de ser de Radamel, que se encontró con los guantes de Ledesma tras un centro de Trejo, el balón quedó muerto y el extremo utrerano, haciendo acopio de la Ley del Ex, lo mandó a las mallas. Despertó el Cádiz, que igualó con suspense: Haroyan envió el balón a la jaula y, aunque inicialmente lo anularon por fuera de juego, el VAR trazó la línea y dio luz verde.
Pintaban bastos en Vallecas, que acababa de sufrir su primer gol como local, pero Falcao decidió vestirse del rey de oros. Balliu, justo al borde del descanso, hizo una incursión por banda derecha, metió un centro raso y Radamel, anticipándose a todos, metió la bota y superó a Ledesma. Los cientos de vallecanos que habían estado haciendo cola durante horas estos días ya sentían que había merecido la pena. Vieron a su Tigre sacando la zarpa.
Trampantojos aparte, no faltó la dosis de oprobio por parte del club, que tuvo a un enorme número de aficionados sin poder entrar al campo hasta rozando el ecuador del primer capítulo, llegando a perderse el 1-0. La afición, manifestada en la previa, recibió el cariño de los jugadores antes de la batalla. Un gesto público que habló a gritos. Eso, en los aledaños; sobre el césped, un partido de vértigo que pudo aguantar el Rayo.
Falcao, antes de ser sustituido (en el 64′), tuvo un cabezazo que obligó a Ledesma a volar; mismo denominador común tuvo un lanzamiento de Isi de falta. El Cádiz se rasgó las vestiduras y dio entrada a Lozano y Negredo (ovacionado), fue un all in sin premio. Todo lo contrario que el show de Unai López, titular en un ejercicio de rotaciones para Comesaña. El de Rentería hizo una actuación sublime, de sobresaliente. Ha regresado a Vallecas con tanta hambre como humildad, aceptando las rotaciones cuando tocan y brillando, cuando también.
Espino tuvo la más clara de todo el segundo capítulo, estrellando un balón en el poste. Se anticipó a Saveljich (que se lesionó y salió entre lágrimas) desde la frontal y firmó un testarazo que enmudeció, durante unos minutos, al respetable. Los amarillos no lo encontraron. Sí el Rayo, que puso la sentencia en el 88′ por medio de Isi. Recorte y zurdazo que tocó en el larguero y entró en la jaula. Sonrió Iraola, junto a Vallecas. El Rayo llevaba más de 40 años sin ganar al Cádiz, pero esta Franja es otra historia. Aceptó la hemeroteca como un reto y, con casi 6.000 espectadores en las gradas, volvió a ganar para aumentar la fantasía. El sueño. Falcao, entre esas, sigue a lo suyo. Indómito.