EDITORIAL
El Rayo Vallecano está luchando por volver a Primera División. Los franjirrojos se están jugando la vida en cada partido pero el ambiente del Rayismo no palpita emoción ni nerviosismo. Hay un estado de hibernación profundo y preocupante.
En cuanto a la información del equipo, cada día hay menos noticias en medios generalistas, cada día hay menos espacio en las radios, las búsquedas en google bajan, …, en general, el sentimiento rayista baja. Algo poco habitual en un equipo que tendría que estar empujando para entrar en los playoff y que lleva media vida en el fútbol profesional (casi la mitad en Primera). Parecía que la parcela deportiva era la única que mantenía vivo ese espíritu rayista, pero el juego y la situación del equipo hacen latente que la apatía siga dominando a la hinchada.
Muchos son los aspectos que han llevado a esta situación. La pandemia, la afición lejos de su estadio, el poco fútbol del equipo, la falta de verdaderos símbolos rayistas en la plantilla, la no presencia de cantera… pero sobre todo las últimas decisiones de Martín Presa. Hacer ir a los abonados a hacer colas a Vallecas, la visita de la ultraderecha al palco, la situación del Femenino y de la cantera, el abandono de una institución… La afición ha dicho basta. Son muchos los aspectos que hacen que poco a poco, esa llama y esa chispa del rayismo vaya menguando. Basta con darse una vuelta por el barrio, escuchar a las peñas y sus integrantes, recoger sus opiniones y escuchar. Hay muchas sensaciones contrapuestas que hacen que el latido por la franja vaya perdiendo fuerza, y el hastío es bastante palpable y evidente. Muchos tienen intención de no renovar su abono tras llevar toda una vida yendo al Estadio, y otros ya lo hicieron la temporada pasada. Estos hechos van cansado cada vez más a los rayistas más fieles, que son los que más promulgan ese sentimiento por la Franja.
Con todo ello, parece que la solución que encuentra el Rayismo es la marcha de Martín Presa para tratar de recuperar el espíritu de un barrio y una institución que está apunto de cumplir 100 años pero cuyos valores parece que están dilapidándose en las últimas temporadas. No es una opinión, es una realidad palpable. Hay una gran cantidad de rayistas que les da igual lo que le ocurra a su equipo, y eso no es normal. Si el Rayo asciende, si no, si hasta baja… Todo lo que rodea al equipo a día de hoy les da igual. Es una percepción más que preocupante.
No sabemos si la vuelta a los estadios revivirá un poco esa llama. Si no es así, la gran pregunta… ¿se podrá recuperar este sentimiento? ¿Está herido de muerte? El Rayo solo está compuesto por su gente y ese sentimiento. Ni el estadio ni la Ciudad Deportiva son suyos. Lo realmente único es esa Franja que se traspasa de corazón a corazón, y que viaja de generación a generación.
Hoy el Rayismo se despertó reviviendo el Tamudazo y revivió por un día lo que era. Peor a día de hoy el Rayo está dormido y su corazón está en coma. Es una desilusión de Rayo, pero si algo caracteriza a esta afición es la lucha constante. Estamos convencidos de que esa llama volverá a latir: aguante Rayo.