CALENTAMIENTO
Valle-Inclán, Pío Baroja, Antonio Machado, Unamuno, Azorín. En casa, en plena preparación de la prueba de acceso a la universidad se escuchan estos nombres y yo aporto dos más. El primero, guiño, codazo, guiño, es el de Maeztu, que dio nombre al instituto donde ellos aspiran hasta lograrlo a ser bachilleres.
El segundo, sorprendente para ellos, es el de Prudencia Priego.
Ignoro si Doña Prudencia, fundadora de la Agrupación Deportiva El Rayo el 29 de mayo de 1924 tuvo acceso a la lectura de los maestros de dicha generación (prometo consultar a Juan Jiménez Mancha, nuestro historiador de cabecera) pero de lo que estoy seguro es de que con ella empezó todo.
Quienes participaron de la III Carrera del Rayismo, ya sean corredores, organizadores, voluntarios, aficionados, patrocinadores, vecinos que animan desde sus ventanas o mascotas que ladran provocando aumentos de ritmo formarán parte, para siempre, de la generación del 98, la del nonagésimo octavo aniversario de la agrupación.
Casi dos mil corredores llegaron a Vallecas con la intención de disfrutar de la fiesta del rayismo y alguno aprendió incluso a jurar en arameo ante las cuestas de nuestro barrio, es sabido que la vida pirata es la vida mejor.
Con Roberto Sotomayor al micro y Dani Gago a la cámara, Payaso Fofó se convirtió en una marea de camisetas franjirrojas sobre fondo negro. La cosa prometía y no decepcionó. Clásicos de las carreras populares y del barrio se juntaban con miembros destacados de Twitter Rayo, compañeros del periodismo rayista y leyendas como Felines que no quiso perderse la ocasión (está fino, fino, casi para jugar).
No siempre tiene uno el privilegio de cruzarse con José Luis Colilla, con Jorge Ramos, con Dámaso Barroso, con Alberto Leva, con Nacho Herrero, con Belushi o el citado Juan Jiménez Mancha entre tantos otros que por falta de espacio o disco duro mental no menciono aquí. Mis respetos para todos.
LA CARRERA
La lucha por la vida
Pío Baroja relató de modo memorable las maravillas y miserias del Madrid de inicios del siglo XX, desde los barrios pudientes hasta los más humildes en su trilogía “La lucha por la vida” cuya obra más recordada es “La busca”. Exactamente eso fue para muchos el primer kilómetro de la carrera, el intento de hacerse un hueco entre tanta gente. El esfuerzo, titánico, también podría haber sido tratado por Baroja en “Zalacaín el Aventurero” o “Las Inquietudes de Shanti Andia”. Vallekas, para los no iniciados, es puerto de mar.
El sentido reverencial del dinero
Llegados a la Asamblea de Madrid llegan las primeras cuestas y nos planteamos lo que Ramiro de Maeztu, ¿qué hacer con el dinero si lo tienes? y sobre todo,cómo salir del agobio cuando no lo tienes.
La calle La Diligencia, más dura que la cuesta de enero daba paso a los “puertos” y aunque por aquí no somos muy de las ideas de Maeztu, algunos soñamos con tener panoja, una playa de arena fina y blanca y superar de una santa vez la cuestecita. Finalmente ver tanta franja junta hizo recordar a John Ford, su película ,y apretar hasta llegar a la primera etapa de montaña.
Soledades, galerías y otros poemas
Algunos se las prometían felices, pero el tramo situado entre Puerto de Velate, Puerto del Milagro (RVK Forever) y Javier de Miguel nos llevó a recordar a Machado, los campos de Castilla y la madre que los parió.Estar rodeado y sentirte por segundos solo subir, bajar, subir… Vallecas es una alegoría del Rayo y como dirían los Topo “correr en Vallecas es un problema en 2022” (Vallekas 1996, soy fan).
La importancia de la lengua sánscrita
Ángel Ganivet, escritor medio olvidado de la generación del 98 y estudioso de mil lenguas trató en su tesis doctoral la importancia de la lengua sánscrita. Más de cien años después, cerca de un millar de corredores pensaron lo mismo y lo manifestaron a través de exabruptos y expresiones para mayores de dieciocho años al surcar Pedro Laborde de lado a lado de Buenos Aires hasta llegar a Arroyo del Olivar.
La ruta de Don Quijote
Alivio insuperable supuso ver el Parque Azorín,la bajada generosa de Arroyo del Olivar, acordarse de José Martínez Ruiz, nombre real del escritor y de su “Ruta de Don Quijote” que nos hizo recordar en lo que estábamos metidos y aflojar el ritmo dirección Sierra del Valle.
San Manuel Bueno, mártir.
Nada como superar Nuestra Señora de la Misericordia para acordarse de Miguel de Unamuno. En San Manuel Bueno, mártir, el párroco protagonista sufre una crisis de fe. Muchos la tuvimos al inicio de tremenda tachuela y algunos la superamos con una sonrisa malévola al recordar como en un funeral en tal iglesia el párroco, ante el estupor general confundió el nombre del difunto. El silencio sepulcral dio lugar a una risa nerviosa general como la que se escuchó al principio de la cuesta.
El hombre del mazo
Superada la cuesta a todes les corredores sin excepción les vino a ver el hombre del mazo. El avituallamiento de mitad de carrera estaba allí, en la calle Juan Mazo.
Siete Rayos de Sol
Los que hablaron de la generación del 98 no incluyeron entre sus autores a ninguna mujer, pero haberlas haylas. Si Prudencia Priego creó el Rayo a su imagen y semejanza (diosa total) cuando hablamos de Concha Espina y sus siete rayos de sol todo el mundo se acuerda de no sé quién o qué. Siete Rayos, o catorce, qué sé yo, nos pegaron en la gran bajada recuperadora de Javier de Miguel y habrá que felicitar, qué remedio, a los del blanco insulso en su camiseta por su éxito.
La malquerida
Sierra del Alquife abajo, homenajeamos a la sanidad pública bordeando el Ambulatorio Vicente Soldevilla. Las fuerzas van justas, pero la bajada de Sierra Moreno hasta San Diego y el ánimo de la vecindad desde sus ventanas nos da mucha energía. Aunque Jacinto Benavente no estaba pensando en ella, la sanidad pública es la malquerida de nuestros políticos, maltratada en favor de “Los intereses creados” .
Respeto máximo hacia la sanidad pública.
La verdad desnuda
Los últimos kilómetros de Carrera del Rayismo fueron titulados involuntariamente así por Carlos Arniches. El bulevar, la calle Puerto de Monasterio donde Prudencia Priego fundó el Rayo, el cruce de Arroyo del Olivar con Martínez de la Riva, Puerto Alto o Sierra Bermeja componen la Vallecas de siempre, la que todos hemos pisado, sufrido o disfrutado y en la carrera del Rayismo, más.
Luces de Bohemia
Saliste afeitado de casa y cuando llegas a Payaso Fofó crees haber tardado tanto que tienes barba de Valle Inclán. No sientes las piernas pero ves al fondo el templo, deseas pisar el césped de Vallecas, la gente te anima, eres la estrella como pequeñísima parte de la constelación rayista y el rayismo, ese sentir lleno de luces y por supuesto, de bohemia.
LA MEDALLA
No lo puedes creer, llegas a la meta, miras a los cuatro costados y eres la estrella, llevas una franja en el corazón y por suerte sentiste el Rayo que te movió todo pero no te partió. Te dan una medalla preciosa, un recuerdo humilde y único de una carrera única con final en el mejor lugar del mundo.
Hasta la próxima.