LAS BONETADAS
Hay una corriente en los últimos meses contra Óscar Trejo que no me gusta. Y voy a ser impopular. La temporada del argentino es cierto que no está siendo brillante, nisiquiera notable. Pero creo que se es injusto con el futbolista. Me explico.
Empiezo afirmando que este invierno se equivocó gravemente con sus declaraciones en Argentina. No las entendí y sinceramente creo que fue un error de bulto para un capitán y alguien que vino del Toulouse para jugar en Segunda. Más allá de sus deseos, creo que no se debe entrar a una radio argentina para únicamente hablar de su futuro y prácticamente sobre ninguna pregunta del Rayo. Pero bueno, eso se pasó página y el jugador hizo todo lo posible por aclarar dicha situación a través de redes sociales y entrevistas afirmando su compromiso, para mí indudable, con el club. Algo que le honra tras una metedura de pata.
Hasta ahí mi único reproche a Trejo. De verdad, sobre el césped no se le puede decir nada. Que está más acertado o menos, estamos de acuerdo. Que quizá necesite descansar porque juega muchos minutos, también estamos de acuerdo. Que le quita minutos a Pozo, estamos de acuerdo ¿y por qué no juegan los dos? Que un mediapunta debería tener más goles a estas alturas, también de acuerdo. Pero lo que hace Trejo hoy sobre el césped señores nadie lo hace hace en el Rayo. Me explico.
¿Quién pelea en el centro del campo? ¿Quién lo da todo? De verdad, salvo alguna jugada puntual (me dicen que en uno de los goles del Getafe), Trejo se deja todo sobre el césped. No para. Pelea, lucha, se tira al suelo, es pura garra. Solo hay que ver sus estadísticas siendo uno de los jugadores que más faltas realizar de LaLiga. El domingo pude verle a ras de césped y es el único que se deja el alma.
El Rayo no tiene mediocentro ‘que pegue’. No tiene un luchador, no hay mediocentro defensivo (Mario Suárez puede que llegue a serlo) y ese papel lo ha asumido el ‘Chocota’ durante toda la temporada, realizando labores que no son suyas. Santi e Imbula son ‘blanditos’ y el argentino está haciendo a la vez de creador (máximo asistente del equipo) y a la vez jugador que inicia casi siempre la presión y pelea todos los balones en el centro del campo.
Son los cojones (con perdón) de Trejo quienes marcan el camino de una posible salvación. El hincha del Rayo tiene que pedir once Trejos sobre el césped. Que fallen, porque no son Messi ninguno, pero que se dejen todo en el campo y acaben abatidos y con el sentimiento con el que terminó el argentino. Una cara de era un poema para alguien al que le dolió enormemente la derrota. Si Trejo no está en el once, ¿quién tira de ese carro?