AL PRIMER TOQUE
La noche del pasado lunes será una de esas que pervivan en mi memoria. Como ya hice públicamente solo puedo agradecer el trabajo de Dámaso y de la Peña Rayista 2004. No solo por esa gala anual, si no por todo lo que hacen en el día a día. Cada acto de cualquiera de los peñistas que componen la masa social rayista tiene un mérito inconmensurable. Sobre todo, porque saben que no tendrá ningún tipo de agradecimiento oficial más allá del personal de los miembros del club, quizás más importante.
Yo llegué a Vallecas hace 9 años sabiendo muy poco del Rayo, pero desde el principio tuve ayuda. Eso es lo que siempre le intento explicar a todo el mundo cuando me preguntan por mi trabajo en el Rayo. Ayuda y humildad. Eso es lo que siempre he percibido. Las cosas malas que me han tocado vivir en estos 9 años quedan para mí, pero tengo que decir que solo suponen una pequeña parte de todo este tiempo.
Para mí, venir a Vallecas ha sido algo premeditado y necesario en mi vida. Ha sido como cerrar el círculo. Formo parte de una de las miles de familias que salieron de Andalucía y Extremadura y llegaron a Vallecas para buscar un futuro mejor. La mía lo consiguió, con esfuerzo, sacrificio y muchos desvelos. Años después nos trasladamos a Carabanchel, dónde nací y me he criado. Por eso para mí volver a Vallecas ha sido volver a los orígenes. También por ese motivo yo quería que en la gala del pasado lunes estuvieran presentes mis padres y mi hermano. Ellos saben mejor que nadie todo lo que ha supuesto mi camino hasta este momento, y sin ellos nada habría sido posible.
Como dije sobre el escenario de la gala, estos actos de unión que nacen de la gente hacen de la afición rayista una rara avis entre tanta hipocresía y elitismo. Las instituciones son grandes por su historia, y por su gente. Mi reconocimiento fue el aplauso de los presentes y las muchas muestras de cariño que recibí el lunes. No necesito nada más. Por eso mi agradecimiento será eterno a todos los que lo hicieron posible. He tenido y tengo grandes compañeros en el día a día de Vallecas y eso ha sido siempre una gran noticia, porque no es habitual. Gracias a ellos he aprendido cada día y he podido mejorar. Y ahora, se apagan las luces y seguimos a lo nuestro, que es trabajar para buscar la luz. Sigo pensando claramente que el periodista no debe ser casi nunca el protagonista de nada, solo un buscador de verdad y transmisor de certezas. Hay vida fuera del ruido, y se está muy bien. Un placer como siempre, seguiremos buscando la luz.