
EDITORIAL
Hace poco más de 24 horas todos los aficionados del Rayo Vallecano nos levantamos de la silla, del sillón, de la cama, del bar, del coche… de donde estuviéramos gracias al tanto de Falcao en San Mamés.
El Rayo ha acertado con el fichaje de Don Radamel. Los que dudaban ya no dudan y la aparición del Tigre hace soñar a la hinchada. ¿Un Rayo ‘europeo’?, ¿un Rayo de grandes gestas?, el regreso del Matagigantes? o ¿por fin llegar lejos en la Copa?
Es ilusión. Esperanza de una hinchada que lleva años sin soñar. El ascenso de Míchel se esfumó en apenas unos meses en Primera mientras que con Iraola, y hay que decirlo, junto al acierto de la dirección deportiva, todos los caminos llevan al aficionado a ilusionarse. Luego será lo que será. Pero que nadie te quite el derecho a soñar (despierto, claro).

Aunque estas ilusiones quizá se esfumen, y lo entendemos, al día siguiente. Cuando tú, aficionado, vas a sacarte la entrada para el Rayo – Cádiz y te encuentras lo que te encuentras. Sueñas con un Rayo europeo, sí; pero quizá más fácil, que no más cerca, es tener un club normal de fútbol. Donde el hincha franjirrojo no tenga que esperar tres, cuatro o cinco horas para sacarse una entrada de fútbol. Un club del siglo pasado que sigue sin invertir un duro en las nuevas tecnologías (¿dónde está el dinero del CVC?). Es indignante que aficionados tengan que esperar horas al aire libre y con lluvia para acceder a un estadio. Pero esto parece claro, no interesa contarlo a algunos. Será que tampoco tienen internet.
