El Rayo Vallecano Femenino ha vivido la temporada más difícil de su historia. El conjunto franjirrojo ha acabado descendiendo a Reto Iberdrola como último clasificado con apenas 14 puntos, quedándose a trece de la salvación. Una temporada que empezó mal, se arrastraron los problemas extradeportivos de otros años, la situación se agravó y finalmente, no hubo milagro.
Las jugadoras del Rayo Femenino entrenaron sin contrato
El año empezó tarde, como lamentablamente viene siendo habitual en la disciplina franjirroja. Las jugadoras decidieron plantarse porque llevaban dos semanas entrenando sin contrato y por tanto, sin estar dadas de alta en la seguridad. Esto trajo consecuencias no solo extradeportivas, las futbolistas tuvieron que acudir a la AFE para intentar resolver su situación, sino también deportivas, el Levante canceló las cesiones de ADT y Nuria Martínez, dejando una plantilla en cuadro. Además, las jugadoras cobraron la última mensualidad de la anterior campaña en esa primera semana de agosto.
Finalmente, se resolvió la situación de las futbolistas, pero no así del cuerpo técnico y el primer entrenamiento lo dirigió Iván Amaya, técnico del Juvenil A. Con un comunicado en el que instaba a la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) a paralizar “cualquier acción contra el Rayo Vallecano”, Miguel Ángel Quejigo ya pudo sentarse en el banquillo franjirrojo, con una plantilla muy corta, Yoko Tanaka, Isadora o Millene Cabral se incorporaron más tarde por problemas de papeleo.
Sin médico, sin delegada, sin gimnasio y sin pagar los pisos
La temporada fue un “quiero y no puedo”. No se puntuó hasta la cuarta jornada contra el Sporting de Huelva (0-0) y no se consiguió el primer triunfo hasta la jornada 8 frente al Sevilla (1-0), no se volvería ganar en Liga hasta tres meses y medio después. Por el camino, un equipo sin personal para atender a jugadoras sobre el césped durante los partidos, Camila Sáez sufrió un duro golpe en el partido frente al Athletic Club y fue atendida por los servicios médicos del club vasco. Además, la chilena no recibió ninguna llamada por parte del club.
Precisamente, el partido frente al Sporting de Huelva se tuvo que empezar con retraso por problemas con el estado del césped. Además, se prescindió de Abu, la mítica portera y delegada con más de 20 años en el conjunto franjirrojo. Incluso Bulatovic anotó un gol sin escudo en la camiseta y Millene Cabral portó una camiseta sin publicidad. Aunque la peor situación fue que el Rayo Vallecano no ha pagado los pisos de las jugadoras, volviendo muchas de sus viajes sabiendo que se podrían quedar sin casa, que podrían sufrir cortes de luz o agua.
Además, el conjunto franjirrojo tampoco tiene gimnasio propio ni puede ejercitarse en el de los chicos. El equipo masculino se ofreció a pagarlo de su dinero, pero el presidente lo frenó. A pesar de todo esto, el equipo siguió compitiendo y frente al Real Madrid decidió plantarse los primeros 30 segundos como protesta. Llegó el médico, el delegado y parecía que todo se iba arreglando, pero nada más lejos de la realidad, y se produjo el partido frente al Betis en el Estadio de Vallecas. El último partido del año en casa fue frente al Betis, debido al Convenio del estadio, que le obliga a jugar como mínimo dos veces en el estadio a lo largo del año, este año todavía no lleva ninguno.
Para los abonados del masculino costaba 7 euros, para los del femenino era gratis y para el público general 10 euros. El Rayo negó las invitaciones a las jugadoras del Rayo y del Betis y apenas acudieron 242 personas. El último partido fuera de casa fue frente al Barcelona, el cuerpo técnico del conjunto catalán tuvo que atender a las futbolistas franjirrojas y el Barcelona tuvo que prestar las medias a las jugadoras del Rayo para que pudieran jugar. En lo deportivo, el año acabó con apenas 5 puntos en el casillero, sumando también un empate frente al Villarreal (2-2).
Las jugadoras del Rayo Femenino fueron silenciadas por el club
El 2022 empezó sin suerte, y con derrotas por la mínima y en los últimos minutos. Además, Hayden tuvo que irse a Estados Unidos por problemas con el visado y las bajas de Patri Hidalgo y Carla Bautista, dejaron una plantilla de 17 jugadoras, no llegaron fichajes. En Copa de la Reina se ganó al Málaga (0-2), pero en la siguiente ronda tocó perder contra el Barcelona (1-3).
Lo más grave fue que el Rayo Vallecano decidió silenciar a las futbolistas y se las prohibió dar declaraciones a la prensa ni hacer entrevistas “para intentar centrarse en lo deportivo”, según la versión del club. También en enero, se suspendió el Rayo Femenino – Real Madrid por casos de COVID en el conjunto franjirrojo, aplazando el partido esa misma mañana y con los aficionados ya en la grada. Eso sí, el club devolvió el precio de las entradas.
La llegada de Carlos Santiso
Las diferencias entre Miguel Ángel Quejigo y algunas de las futbolistas de la plantilla provocaron la rescisión de contrato entre el Rayo y el técnico. El 28 de enero, el club informó que Miguel Ángel Quejigo dejaba de ser el entrenador. Esa misma tarde se anunció la llegada de Carlos Santiso, un técnico que ya había salvado al equipo en dos ocasiones. Pero su llegada llegó cargada de polémica por el tema de los audios.
El ambiente se volvió más complicado y se vivieron situaciones muy duras. Las que se volvieron a ver expuestas fueron las futbolistas. Se rompió esa relación con parte de la afición y se convirtió en la “crónica de un descenso anunciado”. El juego mejoró, con tres partidos seguidos sin perder, pero fue insuficiente. Se ganó al Madrid CFF (3-2) y se consiguieron tres empates más, Valencia (1-1), Sporting de Huelva (1-1) y Atlético de Madrid (0-0). Frente al Levante (3-4), el 17 de abril se consumó el descensó a Segunda División tras 19 temporadas consecutivas en la élite.
Ese día, Vallecas lloró por su equipo, por la sección más laureada de la historia del club y el fútbol femenino también hizo lo propio por un conjunto histórico, tres ligas y una Copa de la Reina. En la última jornada el Rayo Femenino se despidió de Primera con victoria (1-3) frente al Betis. Porque no hubo milagro, pero el equipo no dejó de competir hasta el final. Nadie sabe cuando se volverá a Primera, pero lo que está claro es que es que la historia del Rayo Femenino, su historia, no se la puede quitar nadie.